El destino conocido de Lopetegui
Lo que mal empieza, mal acaba. Al menos eso afirman las voces sabias del lugar. Y pocas veces se equivocan. Un dicho popular que refleja a la perfección la situación que ha vivido Julen Lopetegui como entrenador del Real Madrid.
Su comienzo fue ardiente, candente, repleto de polémica. ¿Recuerdan aquella salida fugaz del banquillo de España sobre la bocina del pistoletazo de salida de Rusia 2018? Sí, aquella decisión que surgió casi de la nada y que generó un debate casi nacional de traiciones, malas decisiones, batallas institucionales entre Real Madrid y RFEF.
Lopetegui aceptó el reto mayor de dirigir al actual campeón de Europa. Una decisión puramente lógica. Una oportunidad que se presenta una sola y única vez en la vida. Qué locura eh. Nadie ponía en duda que era un paso adelante en su carrera deportiva, pero las formas, la fugacidad de la operación (de un día para otro como quien dice), el contexto. Todo se convertía en un fichaje polémico, de dudoso protocolo. Pero puramente deportivo, impecable, entendible, lógico.
El técnico nacido en Asteasu comenzaba ya con polémica. Con un historial profesional muy sólido (categorías inferiores de España, Porto, Selección Española) llegaba la oportunidad casi de su vida: entrenar al Real Madrid. Con todo lo que conlleva, claro. Pero ya empezaba mal. Seguramente no era culpa suya (el conjunto blanco pagó su cláusula, recuerden) y además era una decisión entendible por la magnitud del proyecto que se le colocaba delante. Pero, insisto, ya comenzaba alejado a la perfección. Y su final va a ser lo esperado. Negativo, casi trágico, igualando los peores registros futbolísticos de una de las instituciones más históricas del planeta.
El verano del Real Madrid no fue precisamente el mejor. Con un inicio polémico en el tema Lopetegui se sumaron la salida de Cristiano Ronaldo (seguramente el mejor jugador en la historia del club), la sombra todavía de un Zinedine Zidane que abandonó el barco antes de la tragedia (ahora todo cobra otro sentido), con un mercado de fichajes decepcionante tanto a nivel de fichajes como de rumores (ninguno, salvo Hazard, parecía ser ilusionante o estar a la altura de años atrás) y con una temporada de futuro incierto por la exigencia de ser tres veces de forma consecutiva campeón de Europa. Todo empezó raro allá por el mes de agosto, cuando todos los argumentos citados llamaban a la duda, a la preocupación incluso, a la incerteza.
El mes de octubre ha sido determinante, parece ser. Las cifras no engañan. El Real Madrid no atraviesa un buen momento de forma. El encuentro de Champions League frente al Viktoria Plzen quizás no sea el mejor termómetro para analizar la situación, puesto que la desigualdad entre clubes convertía en lógica la victoria de los blancos, pero si uno analiza la previa se encuentra una racha negativa de 5 encuentros sin ganar (4 derrotas, 1 empate). Una situación prácticamente imperdonable, prácticamente inaceptable para un club de la categoría deportiva, histórica e institucional como la del Real Madrid. Una racha, reiteramos, que parece haber marcado de forma rotunda y tajante el futuro de Julen Lopetegui, quien tiene los días contados en el banquillo blanco y que, muy seguramente, dejará el cargo en los próximos días.
Su etapa empezó mal, con cierto grado de polémica, con enemistades mediáticas a nivel nacional y con un debate que (muchos aseguran) pudo influir en el camino de España en el pasado mundial de Rusia 2018. Pero luego llegó un verano dubitativo, de rumores que nunca llegaron, de decenas de titulares e informaciones que nunca se tradujeron en aquel soñado fichaje de, por ejemplo, Hazard o Mbappé. Lopetegui no llegó de la mejor de las formas y antes del pistoletazo de salida ya todo tenía una pinta, digamos, diferente.
Ahora, viendo los resultados, la dinámica, los sucesos y, sobre todo, las consecuencias todo cobra otro sentido. Como dice el dicho popular “Lo que mal empieza, mal acaba”. Ahora con Julen Lopetegui.