Un Balón de Oro sin personalidad
Me planteé no escribir las siguientes palabras, pero finalmente me convencí a mí mismo a hacerlo. Y no por falta de temas, sino porque en un principio es un tema que ya suma varios años tendiendo al aburrimiento.
Me aburre el Balón de Oro. Más que el galardón, lo que lo rodea. Me parece un detalle curioso lo de premiar a un futbolista por su año, pero como dato, como anécdota, no como algo vital, extraordinario ni histórico. Y hay muchos casos en la historia del galardón (el cual ha cambiado de nombre en algunos tramos de su historia dejando claro los intereses económicos, que no deportivos, que oculta) que han patinado al aficionado por el desconcierto de sus elecciones. Uno piensa en jugadores como Michael Owen, Pavel Nedved o Fabio Cannavaro, y automáticamente piensa en los Buffon, Iniesta, Xavi o Pirlo. Es automático, y falto de toda lógica.
Insisto. Es gracioso, curioso, pero ya. No es un premio que determine nada más allá de la elección de un grupo de supuestos expertos (externos al fútbol en sí, por cierto, periodistas) que eligen a un jugador valorando su año deportivo. Entiendo el morbo, la curiosidad, pero no las consecuencias y los hilos ocultos que se manejan para que todo concurra hacia un camino determinado, a un destino marcado.
Además, creo que es un premio sin personalidad. Reitero una vez más su curiosidad, pero cuando de su corriente principal nacen afluentes para entrar en ese mundo del morbo, todo apunta al aburrimiento. Este mismo año, el claro ejemplo. Crecí con un Balón de Oro otorgado por France Football. Un galardón que era conocido de forma oficial mediante una portada impresa. La revista francesa anunciaba su premio en la portada, sin filtraciones. Uno esperaba al día marcado en el calendario y, sorpresa. Era un jugador, u otro. Ahora no. Primero, porque se filtra, y una filtración en la era de las redes sociales hace que el ganador se conozca un mes antes, o que un periodista (fruto del ego) lo filtra en 'modo primicia' como si hubiese descubierto América (por eso hablo de cómo explotar un detalle y maquillarlo para exponerlo al estatus de dato vital). Segundo, porque ahora existen multitud de premios, demasiados. France Football, la FIFA, la IFFHS, FourFourTwo, la UEFA... Todos quieren elegir al mejor. Todos. “Eh, mirad, que nosotros también tenemos un premio y tenemos criterio para elegirlo”. Pero al final la variedad acaba en el aburrimiento, en la repetición, en la rutina.
Luka Modric ha ganado este año el Balón de Oro, el premio The Best, el premio UEFA a Jugador del Año, el premio de Mejor Jugador del Año de la IFFHS, el premio de la revista británica FourFourTwo. Una variedad de galardones que aportan cero, que no cambian nada. Una falta de personalidad y decisión que acaba tendiendo a la esterilidad. Es cierto que si un jugador ha sido el mejor, debe premiarse, pero al final la sensación de los últimos años es que se trata de un efecto dominó. Si uno elige a un jugador, el resto actúan en consecuencia. Imaginad que la UEFA premia a un jugador y la FIFA a otro, o France Football. Sería diferente, y crearía un debate con más peso, con mayor tendencia a la diversidad de opiniones. Pero no. O sí, según se mire. Ahora se generan millones de comentarios, pero polémicos.
Nunca habrá gente contenta porque no han elegido a su favorito. Pero realmente nadie valora la repetición, la rutina, la falta de elección, la escasez de variedad. Es como si una librería vendiera un mismo libro con 5 portadas diferentes. Sí, para el coleccionista sería un reto obtenerla todas, pero estaría adquiriendo lo mismo 5 veces diferentes. Uno se compra una casa y necesita vasos y cubiertos. Va a la tienda y ve 5 vasos preciosos, de diferentes modelos, y decide comprarlos todos. Tendría 5 vasos bonitos, pero sólo tendría vasos, y no cubiertos. Variedad en la cantidad, pero no en la calidad.
Es por ello que el Balón de Oro me aburre por lo que genera, por la falta de interés real que lo sobrevuela. Luka Modric ha hecho un año fantástico, tanto a nivel deportivo como de palmarés, y seguramente sus valoraciones en forma de premio son merecidas, pero aporta poco al fútbol. Esto no es el FIFA, ni videoconsolas. Modric seguirá siendo el mismo jugador el próximo fin de semana contra el Huesca. Con un Balón de Oro en casa, eso sí, pero poco más.