River y Boca: Una copa y mucho dinero
El fútbol está cambiando. Lo saben aquí, en Inglaterra, en Alemania, y hasta en la China Popular, y es un fenómeno que va a más, que sigue evolucionando, que sigue ofreciendo decisiones nada puristas y alejadas de lo que este deporte implantó en sus inicios.
Una de las noticias del último mes (y seguramente del año) ha sido el cambio de sede del River Plate-Boca Juniors. Un duelo que iba a ser histórico y, sí, lo ha sido, pero por motivos enormemente distanciados de lo previamente esperados. Finalmente se disputó en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid, a miles de kilómetros de su Buenos Aires natal, con un océano de por medio. Como comerse una paella en el maravilloso entorno de Asturias, por ejemplo. Está bien, seguramente lo disfrutarás, pero no es lo mismo.
Un cambio de sede que parece raro, que genera una exposición nueva (por aquello de ver un clásico argentino en España, primero, y que sea un estadio como el Santiago Bernabéu, segundo), pero que viene confirmando una dinámica preocupante que está cogiendo fuerza. Ver partidos, o torneos, fuera de su contexto maternal, fuera de sus límites fronterizos, fuera de lo establecido históricamente, empieza a ser más común de lo que puede parecer. Y mientras que de momento no es la tónica, ni algo generalizado, ya es común ver finales de torneos nacionales en países extranjeros, grandes torneos que usan otros países para abrir el mercado, para seguir expandiendo las marcas (que no clubes, por el fútbol moderno y tal) en otros continentes.
Una Supercopa de España en Marruecos, finales de copa italianas en territorios como Arabia Saudí, finales de campeonatos franceses en Qatar, incluso una próxima Eurocopa que se disputará en 12 países diferentes a la vez. Incluso la romántica Premier League ya viene instalando su torneo veraniego amistoso en Asia (es torneo de pretemporada, pero tiene la marca registrada del torneo inglés). Y ahora, la Copa Libertadores. Es algo que empieza a coger fuerza y que dentro de unos años parecerá algo habitual. Ya existe el rumor en el ambiente de que la Champions League podría tener una Final en New York, o el omnipresente deseo de La Liga de disputar partidos en Miami.
El River-Boca es un ejemplo más de este camino 'diferente' que está iniciando el fútbol. El dinero, el negocio y el marketing siguen limando el deporte rey, siguen erosionando la senda arenosa conocida para dar paso a una autopista moderna, de tres carriles, seguramente de aspecto fascinante, pero que poco tiene que ver con esa senda que ofrecía las mejores vistas del mundo.