En búsqueda de la regularidad: Isco Alarcón.
Isco Alarcón está viviendo la peor temporada de su carrera deportiva a nivel profesional. Lo dicen las sensaciones que ofrece sobre los terrenos de juego y, sobre todo, lo confirman sus cifras. Es una realidad incontestable.
Un jugador protegido por la prensa que, cuando las aguas bajan bravas, suele tender a denunciar campañas de desprestigio intentando excusarse, intentando querer convencer para ocultar su mala dinámica. Varias han sido las ocasiones en las que incluso ha retado a periodistas cuando no le bailaban el agua. ¿Reconocer el estado de forma bajo? Quizás no vaya del todo con él. Seguramente, la sobreprotección de la prensa ha ayudado a esa falsa realidad que ha vivido a lo largo y ancho de su trayectoria.
Un futbolista exquisito. Un futbolista capaz de lo mejor, de una técnica maravillosa, que tiene una capacidad de determinar encuentros a la altura de muy pocos jugadores en Europa... pero cuando quiere, cuando se cuida, cuando se encuentra estable mental y físicamente. Ese es su hándicap, su gran barrera, su gran lastre. Su irregularidad se ha convertido en una preocupante rutina. Ha convertido en regular su irregularidad y poco a poco está transformándose en un futbolista que entra en ese grupo de jugadores que acaban decepcionando.
Isco decepciona porque es muy bueno, porque tiene una calidad innata, porque ha dejado muy claro que tiene la técnica necesaria para triunfar en el mundo del fútbol. Pero cada vez ocurre menos. Cada vez está más desvirtuado. Sus partidos buenos se cuentan con los dedos de una mano. Para ver un partido excelente suyo hay que buscar hace ya demasiado en el calendario. Y eso es lo que se debe afirmar, informar, comunicar.
El actual estado de forma de Isco es alarmante. A nivel goleador, a nivel de asistencias, a nivel creativo, a nivel de pérdidas de balón, a nivel de minutos disputados. Muchos datos en contra, muchos datos que le dejan sin defensa alguna, muchos datos que llegan para confirmar las sensaciones pobres que está ofreciendo sobre el terreno de juego.
A Isco, de forma preocupante, se le comienza a poner cara de Mesut Özil en términos futbolísticos. Futbolistas que son considerados estrellas del fútbol que viven de rentas, que viven de épocas pasadas que ahora, por desgracia para sus fans, atraviesan el peor momento de sus respectivas carreras profesionales. Y sí, Isco puede mejorar. Tiene 28 años y todavía tiene margen de maniobra, pero existen datos irrefutables que confirman que actualmente está a años luz de su mejor nivel.
El jugador malagueño del Real Madrid debe reconocer su mal estado de forma. Es el primer paso que debe tener en cuenta para mejorar, para renacer futbolísticamente y para encontrar la ansiada regularidad que le colocaría, de verdad, entre los mejores jugadores del planeta.