¿Dónde está el fútbol vulgar que me enamoró?
Llevo meses asistiendo a un espectáculo que cada vez me atrae menos. Atraer, que no interesar. El fútbol me interesa, mucho, a veces demasiado, pero me atrae menos. Y esto ocurre por la búsqueda de la perfección que resta cualquier romanticismo, que acaba con todas las rutinas (mejores o peores) que quedaron instaladas socialmente, incluso como cierta cultura futbolística.
El fútbol va encaminado a un modelo parecido al de la sociedad. Todos buscando la perfección, lo perfecto. Pero con tintes artificiales, acudiendo a la tecnología. No quieren errores, no quieren imperfecciones. Se omite que en lo errático, en lo imperfecto, a veces está la felicidad, la perfección en sí.
Hablamos de filtros y retoques de Instagram. Hablamos del VAR. Fueras de juego milimétricos que nunca se hubieran pitado y que incluso (en algunos casos) no hubieran sido ni siquiera considerados como polémicos. Están corrompiendo el fútbol. Y sí, sé que no descubro América con esta afirmación, pero hemos pasado en apenas años de un deporte imperfecto que enamoraba precisamente por eso. Por sus errores, por sus vacíos legales, por esos fueras de juego no pitados, por esos penaltis no señalados, por esas faltas que eran roja pero sacaban amarilla.
Y todo ello, de forma absurda, que es lo grave. Se modifican tradiciones, rutinas, buscando la perfección. Sí, vale. ¿Es más justo el fútbol ahora? Objetivamente, quizás, pero tengo dudas, tengo preguntas que me hacen ir poco a poco apartando ciertos aspectos del deporte que me enamoró. El VAR genera situaciones absurdas, dignas de la perfección más perfecta. Buscan el 10 menospreciando que la perfección también puede existir en el 8'5, en el 9.
Puede haber un fuera de juego no pitado. Se revisa y se rearbitra, perfecto. Pero, ¿qué me decís de esos fueras de juego milimétricos, por un hombro? ¿Qué me decís de esas acciones que deciden partidos por detalles imposibles de ver por el ojo humano? Hemos pasado de un coche antiguo heredado a un deportivo ultramoderno que ni siquiera sabemos cómo abre sus puertas. Quieren imponer estas herramientas buscando la perfección, pero la perfección artificial, de esa que es repelente, de esa que tira para atrás. La perfección falsa.
Sí, seguramente sea fuera de juego. Sí, seguramente sea penalti. Sí, muchas de las cosas que señale el VAR serán ciertas, pero serán vulgares, alejadas del fútbol con el que crecimos, muy lejos del deporte que nos enamorará. Una perfección impuesta que entra directamente en esta realidad alternativa de algoritmos, tecnologías y de todo, menos natural.
Este fútbol empieza a ser vulgar. Buscan que sea tan perfecto, tan justo, que están pudriéndolo. No digo que no señalar un penalti o dar por válido un gol en fuera de juego sea positivo, pero cuando el contexto humano tenga sentido. Se está rompiendo, quebrando, dilatando peligrosamente, el fútbol. Y esto ya parece irremediable.
Este fútbol es demasiado bonito y perfecto para ser atractivo e interesante. Este fútbol tiene silicona, botox, bots como seguidores y cada vez menos atractivo. Eso sí, para gustos los colores.