Vergüenza
La historia viene de lejos. Concretamente, desde el primer partido entre ambos en Liga, allá por noviembre, donde Damián Suárez se encaminaba hacia el autobús de los valencianistas a la conclusión del partido (0-1 perdía entonces el Getafe) para “pedir explicaciones”, que acababan en una supuesta trifulca entre el defensa azulón y Rubén Uría, segundo de Marcelino, en la que incluso se podría haber llegado a las manos. Según algunas informaciones, Damián le soltaba una colleja al técnico, pero no hay imágenes o, al menos, un servidor no las ha visto.
Que la vitola de duros, intensos y agresivos rodea al Getafe desde su ascenso el año pasado, lo sabemos todos. Pero si alguien ha hecho especial hincapié en dicha categorización, ha sido Marcelino. Todos, o casi, se han quejado en algún momento del fútbol de los azulones: que si van al límite del reglamento, que si faltas continuas, que si pérdidas de tiempo… pero es que a Marcelino le ha faltado comparar a Bordalás con Sadam Husein y llamarle “terrorista futbolístico”.
Pero llegamos al 22 de Enero. Ida de Cuartos de Copa del Rey. Se ha ido calentando un poquito el partido, pero nada fuera de lo habitual. Las viejas rencillas que salen al aire, como siempre. El Valencia pierde y, como sucede casi siempre en el mundo en el que vivimos, la culpa es de los demás. Y aquí es donde comienza todo un movimiento interno en el Valencia, promovido por medios informativos afines, en contra del Getafe. Que si violentos, que si agresivos, que si pérdidas de tiempo. En fin, el discurso de toda la vida cuando el rival no juega como a ti te gustaría (porque debemos tener una mentalidad extraña por la que pensamos que el rival debe tendernos una cama de rosas a la hora de jugar un partido…). Todo ello motivado porque alguien del cuerpo técnico azulón se giró hacia el banquillo visitante dedicándoles el gestito de “llorones” tras el gol de Jorge Molina. Y eso, dolió en el seno del murciélago.
Así que nos pasamos una semana con ataques en prensa, calentando un partido que debería haber sido uno más. Pero no lo fue. Y desde el primer minuto se vio una afición más centrada en atacar al rival que en llevar a los suyos hacia la victoria. Son formas de afrontar los partidos y no deja de ser el soberano quien decida cómo hacerlo. Pero los jugadores deberían quedar a un lado en esos aspectos. Los jugadores y los técnicos y staff del equipo.
El árbitro, ese habitual convidado de piedra, tuvo un papel demasiado relevante. Sabía que iba a ser un partido tenso y no supo por dónde llevarlo. Nunca tuvo las riendas. No supo manejar a los 22 protagonistas. Y, cuando no controlas la situación, tiras de la única herramienta que posees: la amenaza. Que, en el caso de los colegiados, son las tarjetas.
Así transcurrieron 60 y tantos minutos de partido, con un equipo local más centrado en quejarse porque el rival era duro y no se podía jugar contra ellos y un equipo visitante que iba perdiendo poquito a poco la paciencia con tanta tarjeta.
El punto de la historia donde todo cambió fue a la media hora del segundo periodo, cuando el Getafe se quedó con 10 (ojito con la jugada porque le sacan amarilla al jugador que recibe la falta… un despropósito todo). Los locales vieron que tanta queja tenía su recompensa y los visitantes, que por muchos esfuerzos que pudieran hacer había un plan soberado contra el que no se podía hacer nada.
Lo que sucedió después lo vimos todos: 3 goles, una remontada y una tangana. ¿Seguro que lo vimos todos? Hay cosas que no hemos visto y son, por ejemplo, las agresiones del hijo de Marcelino o del médico del Valencia a jugadores del Getafe, Mestalla tirándole botellas a los jugadores del equipo rival (una vez más), jugadores del Valencia yendo a por jugadores del Getafe para calentarlos… y es justamente esto lo que el Getafe adjunta en su denuncia.
Podemos tener temita para muchos días, porque parece que hay muchas cosas que no hemos visto, pero una cosa está clara: anteayer pasó el Valencia, pero perdieron los dos.