¿Qué le ocurre a Neymar?
Los futbolistas que militan en la élite pueden ser considerados personas con suerte. O al menos eso dicen las grandes corrientes de la sociedad. Famosos, con sueldos millonarios, con muchos seguidores y fans tras ellos. Eso está (o parece) considerado como ser una persona con suerte. Pero, ¿realmente es así? ¿Eso es tener suerte en la vida?
Evidentemente, ser futbolista en la élite de primeras divisiones, sin la necesidad de jugar en grandes potencias o en equipos de menor foco mediático, suele presentar situaciones cómodas a nivel económico. Un futbolista que milite en un equipo de Segunda División, por poner un ejemplo, vive bien dedicando su vida al mundo del fútbol. No hace falta ganar decenas de millones de euros al año para vivir bien. Un futbolista que pueda ganar 600.000 euros al año, por ejemplo, coincidiréis que ya tiene un buen trabajo. Es por ello que, insisto, socialmente se relaciona el éxito deportivo y económico a la suerte.
Pero, ¿es así? Recientemente, dos casos que contradicen este argumento pueden ser Iker Casillas y Neymar. Ambos estrellas consagradas del fútbol. Ambos jugadores que han conseguido enormes logros en sus respectivas trayectorias. Ambos profesionales de un deporte que les ha dejado dinero en sus arcas de por vida. Pero ambos con problemas personales, de salud, que les convierten casi por arte de magia en humanos, en frágiles, en seres vulnerables. Casillas, por un lado, con un infarto que le provocó un enorme susto y que puede desencadenar en una retirada. Neymar, por su parte, con una serie de sucesos deportivos y personales que le han convertido en un foco de presión absoluta y total.
Centrémonos en el jugador brasileño del Paris Saint Germain. Una temporada para olvidar, en líneas generales. Sin ser la estrella que debía ser, superado mediáticamente por un Mbappé que ha evolucionado de forma magistral, con grandes fracasos recientes del PSG, con varias lesiones que le han privado de ofrecer su mejor nivel en Francia y, ahora, con su selección. Neymar se ha visto obligado a renunciar a jugar la próxima Copa América. Y cuando todo parecía que no podía ir peor, ha ocurrido. Una acusación dura por una supuesta violación ha acabado de hacer explotar una burbuja que no ha podido aguantar la presión máxima que ha sobrevolado la figura del brasileño.
Neymar atraviesa estos días el peor momento de su carrera deportiva y, quizás, de su vida. No ha cumplido expectativas deportivas, ha sufrido varias lesiones y temas extradeportivos han provocado acusaciones muy graves. Parece ir sin rumbo. Da la sensación de que el brillo de su estrella está perdiendo fuerza. La estrella que llegó a Barcelona para triunfar en Europa no brilla como entonces. Su traspaso a París para formar parte del megaproyecto del PSG fue el primer paso en una etapa que está sufriendo más de lo esperado.
Parece que no tiene rumbo. Da la sensación de que está bajo mínimos, que ha perdido el control de su imagen pública. Opiniones a millones, voces de todo el mundo señalándole por temas diversos, medios de comunicación generando miles de contenidos en torno a su figura, millones de seguidores en redes sociales que le reclaman (con cariño y señalándole). Un señalado a nivel mundial. No debe ser fácil. Cualquiera de nosotros nos podemos poner mentalmente en su situación y sería un escenario muy complicado de controlar.
¿Qué ocurre con Neymar? Una marca personal dañada, erosionada, a la baja en los últimos meses, que está tocando suelo, que ha obligado a algunas de las marcas publicitarias más poderosas del mundo a pronunciarse al respecto.
Se habla mucho de que quiere volver a Barcelona para reencontrarse con su gente de confianza. Ahora mismo, Neymar recuerda su etapa en la ciudad condal como una etapa positiva, donde se sentía cómodo, donde disfrutaba, donde brillaba, donde echó raíces, donde inició amistades fuertes con las que sigue en contacto pese a vivir ahora en París. Es por ello que el rumor de su regreso al Camp Nou ya se ha dejado caer por más de una redacción a orillas del Mediterráneo.
Neymar está sufriendo una crisis grave. A nivel personal, a nivel deportivo, a nivel público. Muchos problemas, algunos de ellos de mucha gravedad, se han juntado en un cuenco que está deseando destruir para que todo acabe. Una etapa que el brasileño desea de forma total y autoritaria que termine cuanto antes para reencontrarse con su mejor versión, con su mejor estado de forma, con su mejor estado emocional.
¿Qué le ocurre a Neymar? Es la gran pregunta. Hasta que todo cambie, hasta que todo quede desbloqueado, la todavía estrella del PSG tiene semanas por delante en las que debe aislarse del mundo.