Premier, te echamos de menos
Su rutina, sus cuidadosos detalles, su aroma diferente, su romanticismo desde la distancia, el sentimiento de pertenencia de sus aficionados, su cultura. Echo de menos la Premier League. El fútbol inglés, en general. Lo echo de menos porque hace ya más de 5 años decidí que esa enorme pasión que sentía por su fútbol, la enorme atracción que sentía por su país, iba a ser mi forma de vida.
Lo elegí así. Fue una madrugada, viendo, leyendo, escribiendo, sobre el Manchester City. Me di cuenta que era momento de focalizar, de centrar, de dejar de lado otros aspectos, de convertir unos temas que tenía sobre la mesa en secundarios. Fútbol inglés como forma de vida. Y entonces empecé a soñar más fuerte, empecé a sentir que eso era lo que quería, lo que me atraía, lo que realmente me hacía feliz. No exagero. Y fue ahí, entonces, cuando encontré un espacio donde evadirme, donde encontrarme a mí mismo. Por todo ello, el fútbol inglés es una de mis aficiones más importantes a día de hoy.
Evidentemente, este parón de las grandes ligas provocado de forma obligatoria por la crisis global del coronavirus ha hecho que ya empiece a añorar esas rutinas establecidas. Echo de menos esas mañanas de sábado sabiendo que por delante había 4-5 partidos que ver, que había otros 5 resúmenes para degustar con el Match of The Day. Esas mañanas de fin de semana mirando estadísticas, creando historias, narrando y opinando, acudiendo a las fuentes de datos para ver si un gol es válido para los objetivos en juego, o no. Pero echo de menos algo más. Más allá de los partidos.
La Premier League es una forma de vida. Ahora es todo mucho más fácil. Uno paga una cuota y ve hasta el fútbol turco, si quiere. Antes no. Antes no era así. Y, ojo, pertenezco a una generación en la que ya se veían ciertos resúmenes cuando era pequeño. No los partidos, pero sí resúmenes. Pero muchos de esos ídolos de masas llamados 'parabólicos', expertos en fútbol inglés de la 'vieja escuela' son confesos admiradores del fútbol inglés por eso mismo. Porque antes seguir un torneo como la liga inglesa (que ahora está a golpe de clic) era hasta complicado. El fútbol inglés tiene algo diferente. Sus raíces, su cultura, su importancia en la sociedad, su forma de sentir, sus pequeños detalles. El fútbol inglés siempre ha estado ahí y es un sentimiento que ha marcado, marca y marcará a millones de aficionados en todo el mundo.
¿Es la mejor liga del mundo? Quién sabe, para gustos los colores. No lo sabemos. Para unos sí, para otros no. Pero sí tengo claro que es diferente, que emite en otra franja, que es mágica, que es especial. Y eso es indudable. ¿La mejor? Pues no lo sé. Ni me hace más feliz poder pensar que sí, ni me hace sentir peor si alguien me dice que no. Para mí es especial, es la que me hace sentir bien, la que me atrae, la que me gusta, y por eso ahora, en mitad de una crisis global, social, sanitaria, con incluso tintes económicos, la echo de menos.
No sabemos qué pasará esta temporada. ¿Imagináis que después de 30 años sin ganar la liga este Liverpool se quedara sin un título que está virtualmente en las vitrinas de Anfield desde hace meses? Pues no lo sabemos. Igualmente, no sabemos qué pasará tampoco con el curso que viene. Las últimas informaciones de fuentes fiables aseguran que la temporada 2019/20 podría acabar incluso en julio para dar comienzo a la 2020/21 en agosto, con apenas 2-3 semanas de margen, con una diferencia temporal mínima, muy corta. A priori puede parecer una locura, pero mucha gente no tiene en cuenta que este parón ya está siendo una especie de periodo vacacional para el físico de los futbolistas. Una pausa obligada, pero que en cierta medida ya está siendo una pausa. Así, pensar en el escenario que se está planteando desde las islas británicas sería en cierta medida lógico.
Hasta entonces, sin saber cuándo ni cómo volverá todo a la normalidad, seguiremos añorando a ese fútbol tan especial, tan perfecto, tan enigmático, tan mágico. Echamos de menos tu fútbol, tus momentos, tus historias. Te echamos de menos, Premier League.
Imagen: nytimes.com