Nefasta gestión de la UEFA
Estos días, por motivos del coronavirus, se están tomando muchas (desgraciadamente demasiadas) medidas en torno a muchos temas. Nuestra rutina se está basando en quedarnos en casa, intentar no caer en el aburrimiento y estar sometidos a un enorme grifo en redes sociales encabezado con palabras como “Urgente”, “Última hora”, “coronavirus” o “COV-19”.
Pero hoy quiero quedarme con un tema. Me quedo con un tema de tono futbolístico porque es la tónica de este espacio, primero, y porque los temas políticos se los dejo a otros, segundo. Hoy quiero hablar del Valencia, de sus positivos por coronavirus, de la UEFA y de esa fatídica (en todos los aspectos) eliminatoria contra el Atalanta.
Cuando escribo este texto la última actualización del Valencia es que el 35% de su equipo profesional (incluyendo jugadores, staff técnico y demás trabajadores que están en el día a día del equipo) han dado positivo por coronavirus. Ya circulan por la capital del Turia informaciones de que el porcentaje muy probablemente siga aumentando, e incluso se asegura que en próximas horas, o días, haya un comunicado confirmando que el porcentaje puede estar muy cerca de ser total. Es decir, todo un equipo prácticamente infectado.
Escribo hoy sobre esto porque he sentido cierta indignación. No por ser simpatizante del equipo, ni por el resultado de la eliminatoria, ni por falta de temas. Escribo sobre lo ocurrido en el Atalanta-Valencia porque fue el gran foco de lo que ha ocurrido en la plantilla del Valencia.
El Valencia viajó a Milán para la disputa en San Siro de la eliminatoria de Champions League. Por aquel entonces, en España todo eran risas, flores en el campo, días soleados y la gente tenía libertad total para salir de casa. Sí, fue hace apenas un mes, y parecen años. El tema y la clave está en que por aquel entonces Bérgamo, Milán, Italia en general, empezaba a sufrir los primeros contagios de una enfermedad que ya ha sido catalogada como pandemia. Aquel partido ya se disputó sin ninguna medida extraordinaria.
Aquel primer encuentro ya se disputó bajo el aura y el misterio de esa enfermedad llamada coronavirus que ya afectaba al pueblo italiano. Pero se jugó, sin más, sin medidas de seguridad, con un estadio lleno de miles de aficionados (incluidos valencianistas que horas después volverían a Valencia). Y lo peor de todo: el partido de vuelta. La vuelta en Mestalla ya fue un gran foco mediático. El coronavirus ya había entrado en nuestra sociedad y estaba haciendo estragos en Italia, donde se disputó el encuentro de Ida.
La UEFA decidió tomar cartas en el asunto por voluntad propia y queriendo ostentar una autoridad que ha quedado por los suelos. A puerta cerrada, sin público. Una decisión que creó controversia, que creó polémica por muchos motivos, y que ha supuesto uno de los grandes errores del máximo organismo europeo. El Atalanta, evidentemente, viajó desde Bérgamo. Por muchas medidas de seguridad, por mucha decisión que se tomara, esa plantilla volaba, entraba en el país (surrealista viendo cómo ha cambiado todo en apenas días) y entraría en contacto con los jugadores del Valencia. Sigo sin entender cómo se permite esa tontería de no saludarse antes del partido (postureo puro, seamos claros) y luego durante el encuentro los jugadores puedan chocarse las manos, tocarse durante los choques del encuentro, abrazarse y demás gestos físicos.
Ahora resulta que el Valencia está infectado, que un gran porcentaje de sus jugadores ha dado positivo y todo por un viaje, una eliminatoria que tuvo que pararse (como ha ocurrido posteriormente con otras). Una decisión que escondía la dura realidad del fútbol moderno y actual: el dinero, las posibles pérdidas económicas que podrían llegar. El dinero por delante de la salud.
Y algo tremendamente desconcertante y terrible. Tribuna Deportiva en Valencia informó que la UEFA incluso habría contactado al club de Mestalla para pedir información sobre los afectados para poner en constancia de aquellos trabajadores de la UEFA que pudieran haber estado en contacto con futbolistas, técnicos,etc. ¿Disculpas? De momento, parece ser que no. Un nuevo gesto que deja muy claro que el fútbol es en demasiadas ocasiones lo puramente importante para este organismo que mueve los hilos del fútbol en Europa.
Pero esto queda muy claro. Esa eliminatoria entre Atalanta y Valencia tuvo que ser medida mucho más. El encuentro de ida quizás tiene más “excusas” porque el coronavirus no estaba tan a la orden del día y las medidas de seguridad no eran tan extremas como ahora. Pero lo del encuentro de vuelta sí, lo del encuentro de vuelta fue un despropósito que afectó duramente al equipo valencianista más allá del resultado. Y lo dantesco, además, es lo comentado en el anterior párrafo. Ha habido contactos de la UEFA, pero para sus intereses, para asegurarse que sus empleados estaban sanos, y no tanto si el 35% de una plantilla (que tiene pinta que puede aumentar en próximas horas) estaba afectada, estaba bien o no, por culpa, entre otras cosas, de una decisión que pudo ser evitada.
La imagen de la UEFA ha quedado muy dañada en todo esto. Y las consecuencias más graves, encima, han caído en la capital del Turia.
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Imágenes: Elcomercio.pe/Mundodeportivo