Me aburren los megatraspasos del verano
No soy muy ver culebrones televisivos, pero como aficionado al fútbol me toca vivir casi de forma obligatoria algunos historiales de traspasos que son dignos de estas categorías. Fichajes que suenan durante semanas, incluso meses, que cambian de un día para otro. Ahora sí. Ahora no. Ahora se va Inglaterra. Mañana dirán que se queda. Y al otro asegurarán de forma rotunda que cambia de planes y suena para irse a España. Así día tras día.
Un tema que suele ser producto de la falta de actualidad informativa y, entiendo, debe dar un juego de contenidos que nutra y mantenga vivo el trabajo de las redacciones deportivas. Pero aburre, llega a dar pereza como se convierten en historias sin fin, en cuentos de nunca acabar. Y este verano, claro, tenemos varios ejemplos de jugadores deseados (supuestamente) por muchos equipos que pelean por cerrar un fichaje cualquiera que acaba siendo el gran nombre del verano. O eso era antes, porque lo que antes era la gran operación del mercado ha dado paso a un carrusel musical (muy bien vendido, eso sí, con luces, música y estímulos) de nombres que acaparan la actualidad día tras día.
Uno ya se levanta por la mañana sabiendo sobre qué temas va a leer, de qué va a escuchar hablar en la radio, convirtiendo el verano en una rutina cada vez más aburrida. Megatraspasos movidos y controlados por super agentes que tienen poco que ver con James Bond y que, en cierta medida (por lo cómico que acaba siendo todo), acaban convirtiéndose en personajes más cercanos a los Jonny English o Austin Powers. Nada que ver con antaño, cuando un jugador se convertía en la estrella porque un determinado club conseguía su fichaje.
Paul Pogba, Matthijs de Ligt, Antoine Griezmann, Joao Félix, Neymar, Kylian Mbappé... Los grandes nombres del verano. Y sí, quedémonos con que son nombres, porque de momento llevamos casi un mes de mercado de fichajes y sólo queda en eso, en nombres que sobrevuelan la actualidad de un lado a otro, de un equipo a otro, de una ciudad a otra. Un tráfico aéreo por el que deberían tener cierto cuidado los aviones que trabajen y circulen por Europa. Jugadores en manos de agentes y representantes que buscan jugosos porcentajes de traspaso. O ya directamente otros que gestionan por sí mismos (o por círculos familiares cercanos) su marca personal desvelando y filtrando según qué informaciones para que hable sobre ellos en según qué interesada dirección.
Evidentemente, es el juego del mercado veraniego. Es el juego de un mercado de fichajes donde los rumores acampan a sus anchas y donde muchos acaban siendo producto de una de las mejores barbacoas que comeremos estos días, pero no dejarán de ser humo, por muy buena que esté la comida de la barbacoa. Pero aunque sepamos que muchas de estas informaciones están lejos de la realidad las consumimos porque la época del año llama a ello. Muchas veces cogemos un rumor y soñamos, nos dejamos llevar, llegando a creer que es posible ver a ese jugador admirado luciendo unos colores u otros, pero finalmente sabemos que son rumores, muchos de ellos sin fundamento y acabarán deslizándose como un papel fino ante una leve brisa veraniega que, por otra parte, se agradece.
Megratraspasos, culebrones del verano. Una moda instaurada los últimos años de forma masiva que sigue generando muchos contenidos pero que, en cambio, quizás produzca el efecto contrario al buscado. Se busca entretener a las mesas y, con tanta cantidad, con tan elevado volumen, acaba aburriendo, cansando. Todos sabemos que algunos casos, como los citados líneas arriba, acabarán cambiando de club más tarde o más temprano. Pero hasta que ocurra podemos haber leído cien noticias más al respecto que, lejos de aportar o desbloquear dudas, producen una sensación de bostezo que en ocasiones acaba en siesta.