Maxi Gómez y la apuesta por una alternativa real
El Valencia vivía uno de los veranos más surrealistas, misteriosos, tensos y sorprendentes que se recuerdan en la capital del Turia. Una montaña rusa de emociones. Un guión deportivo que anulaba de un plumazo seco, rotundo, todo lo vivido meses antes. Tras una temporada de carácter histórico, todo parecía pausarse sin argumento sólido que tuviese valor real. Era la realidad, pero era complicado entenderla basándose en cualquier argumento lógico.
Decisiones de dudosa credibilidad, rumores de todo tipo, polémicas. Un incendio veraniego que subió todavía más las temperaturas en Mestalla. Y entre todo este escenario candente, caluroso, de temperaturas altas, de incluso enfado casi generalizado, llegaba al Valencia un futbolista que había dejado grandes detalles en Vigo, en Balaídos, que generaba más de una ilusión para reforzar el ataque, pero que a su vez planteaba alguna duda por su juventud.
Su nombre, Maxi Gómez, un delantero que está cumpliendo poco a poco las expectativas, quien tuvo un inicio complicado, irregular, fruto de su lógica adaptación al nuevo proyecto valencianista y que ya tiene más seguidores que detractores en las siempre exigentes gradas del estadio de Mestalla. El delantero uruguayo ha ido de menos a más. Falta de minutos al comienzo y alguna que otra lesión han hecho que su protagonismo no sea total y absoluto, pero sus oportunidades siempre iban acompañadas de rendimiento, de detalles interesantes.
Una alternativa real a las opciones de ataque para Marcelino, primero, y Celades, ahora. Su potencia física le convierte en un problema para las defensas rivales. Su corpulencia hace que sus partidos se conviertan en batallas individuales contra centrales de los equipos contrarios. Y su carácter. Su personalidad hace que firme sus encuentros como desgastes físicos en los que muchas veces obtiene premio. Un futbolista que convierte sus dotes en alternativas reales. Una vez asumidas, se convierte en una solución viable. Sin ser el delantero más rápido, ni el más técnico, convierte su físico en una fortaleza personal que acaba definiendo a su favor.
Mientras otros delanteros del Valencia como Gameiro o Rodrigo ofrecen soluciones en el contragolpe con dinamismo, velocidad y electricidad, Maxi Gómez encuentra en el juego aéreo, en el juego físico dentro del área su potencial máximo. Una alternativa real. Sea titular o suplente permite a Celades plantear encuentros con escenarios diferentes. No se trata de dar continuidad a una idea, sino de cambiar, de ofrecer soluciones. Un fichaje que ha aportado más allá de sus cifras goleadoras.
Todo ello con 23 años. Su edad fue, además, otro de los puntos a favor para apostar por su fichaje. Mientras uno defendían este aspecto como algo positivo, otra corriente popular a orillas del antiguo cauce del río Turia apostaba por lo contrario. Su juventud planteaba la posibilidad de tener un delantero para varias temporadas, pero a su vez la parte contraria afirmaba que esto abría un abanico de dudas y preguntas con cierto riesgo.
Sin embargo, con el paso de las semanas, de los meses, parece ser que el fichaje de Maxi Gómez sigue ganando adeptos, sigue ofreciendo alternativas y su rendimiento sigue mejorando convirtiendo algunas dudas que nacieron tras su llegada en argumentos sólidos para que sea una de las soluciones sólidas en el ataque valencianista.
Lo que para unos puede resultar un problema a la hora de elegir jugadores para el ataque (bendito problema, pues) da la sensación que para Celades se ha convertido en un escenario más que positivo para adaptarse a los rivales. Frente al Eibar, un equipo rocoso que plantea situaciones físicas, que trabaja de forma notable el juego físico, el elegido (como era de esperar) fue el charrúa, quien sigue consolidándose como la solución del Valencia ante este tipo de rivales.