En España ya teníamos lo mejor de Argentina. Ahora, vamos a por lo peor

Pese a que no haya confirmación oficial ni aceptación por parte de ambos clubes, pese a todos los mensajes negándose a formar parte de esta deslocalización del encuentro, parece que al final sí que es definitivo que el partido correspondiente a la final de la Libertadores entre Boca y River tendrá lugar en el Santiago Bernabéu. Habiendo agotado los billetes Buenos Aires-Madrid en cuestión de horas y devorando las pocas entradas que van saliendo a la venta online, los argentinos están a cuestión de pocos días de invadir Madrid. Pero… ¿estamos seguros de que esto es positivo?



Recapitulemos por qué hemos llegado aquí: años de violencia en las gradas hasta determinar que la afición visitante no pudiese adquirir entradas para los partidos; las barras bravas asaltando autobuses, campos e incluso túneles de vestuarios; gases lacrimógenos, piedras, bengalas, cerdos volando pintados con los colores del rival y toda una suerte de armas blancas o contundentes; peleas cada fin de semana; corrupción, ultras amenazando presidentes, jugadores e incluso árbitros;…


Gracias a todo lo enumerado arriba, el día que debía jugarse la vuelta de la final de la Libertadores, no pudo jugarse. Y al día siguiente, tampoco. Jugadores lesionados y sin reunir las condiciones necesarias para la práctica del fútbol hacían que el partido se postergase indefinidamente. Se habló de disputarlo días antes del comienzo del Mundialito directamente en EAU, sede del mismo este año. Se propuso sede neutral en la propia Argentina o en otros países sudamericanos, pero también se desestimó. Y, finalmente, parece que casi como favor personal, Florentino Pérez recibía una llamada para, a los pocos minutos, ofrecer “su” feudo como plaza para la contienda.



Así pues, no teníamos suficiente con haber importado lo mejor que ha dado el fútbol argentino, como Maradona o Messi, sino que también vamos a empezar a importar lo peor. A los ultras. A los descerebrados. A los que se pelean en las calles. A los de las agresiones. A los de las amenazas. A los de las detenciones. A los violentos, vaya. Vamos a llenar las calles de Madrid de ésta calaña de gente. Porque cuando parecía que podíamos alejar un espectáculo precioso como una final de la Libertadores de lo peor que tienen, sus aficiones, vamos y ofrecemos la posibilidad a los ultras de coger un avión y plantarse en otro continente para replicar lo sucedido en las calles de Buenos Aires. Que si, que habrá otras medidas policiales, otro control y, posiblemente, un peinado exhaustivo de los aficionados que vayan a viajar, pero… ¿Alguien tiene alguna duda de que la van a liar?


Veremos cómo transcurre la jornada del sábado y cómo llegan y se van los aficionados argentinos, pero no parece muy sensato sembrar Madrid de 80 mil fulanos dispuestos a romper cristales si su equipo pierde…