Calendario asimétrico de La Liga - La época de los ofendiditos
Vivimos en un mundo en el que nos encontramos bajo constante análisis por parte de los demás. Cualquier gesto, cualquier decisión, cualquier frase. Todo es motivo suficiente para recibir un aluvión de críticas. Siempre habrá alguien que esté en contra sistemáticamente de las decisiones de los demás. La gente los llama haters, trolls…yo prefiero llamarles “ofendiditos”.
La última de los ofendiditos del mundo del fútbol es la perreta que han pillado porque el calendario liguero de este año no sea simétrico. Bien, queridos, voy a destruir la burbuja en la que vivíais: nunca lo ha sido.
Vamos primero con una definición, sencillita: Correspondencia exacta en la disposición regular de las partes o puntos de un cuerpo o figura con relación a un centro, un eje o un plano. La clave de la frase es el “con relación a un centro, un eje o un plano”. Traducido al mundo del fútbol, y con más precisión, a la disposición de las jornadas: para que el calendario fuera simétrico, la J1 y la J38 debieran ser la misma, así como la J2 y la J37, la J3 y la J36, la J4 y la J35… Vamos, que la tontería de ofenderse porque la J1 y la J20 ya no vayan a ser iguales es, eso, una tontería.
Ahora tenemos un calendario dispar al habitual, pero llamarlo asimétrico por contraposición a la supuesta simetría previa también es un error. Podemos llamarlo calendario errático en cuanto es imprevisible (sabiendo el orden de las primeras 19 jornadas no se pueden saber el orden de las siguientes) y caprichoso (está elegido “a dedo”). Y esa es la segunda parte de la perreta: gente quejándose de que se hace un calendario dirigido para los grandes cuando llevamos años viendo como los grandes clubes españoles debían afrontar duelos importantes previos a sus encuentros europeos. O, sin ir más lejos, cuando la disposición de la jornada no solo no beneficia sino que perjudica a los máximos exponentes ligueros: un ejemplo fácil es que el Atlético de Madrid jugó de sábado antes de la final de UEFA Europa League mientras que su rival jugó de viernes.
Señores, asumamos una cosa: LaLiga es un negocio. Y, como negocio, así debe ser gestionado. Tienes que ofrecer un espectáculo que interese a propios y extraños, que se comercialice dentro y fuera del territorio nacional, que sea igual de atractivo para un aficionado de Singapur que para uno de Burgos. Por tanto, que los Madrid-Barsa y Barsa-Madrid se coloquen “a dedo” en el calendario de forma que coincidan con fechas atractivas no es “pensar siempre en los grandes” ni “favorecerlos”. Es conseguir que a través de la venta del producto del que disponemos, se consiga un presupuesto mayor para repartir entre todos los equipos y que así, cuanta más gente vea y compre un partido de esos dos, más dinero ingresará el Rayo Vallecano, el Levante o el Huesca en el futuro gracias a las renegociaciones de los derechos televisivos.
El problema de los ofendiditos es que suelen ser ombligocentristas. Yo, mi, me, conmigo. No ven más allá. Si alguien sensato se para a analizar qué problemas conlleva la dirección del sorteo del calendario descubrirá una verdad aplastante: ninguno. Ningún equipo sufre, porque se juega 2 veces contra todos los rivales, 1 en casa y otra fuera. Ningún equipo sufre, porque los desplazamientos son los mismos. Ningún equipo sufre, porque las posibilidades de que los grandes lleguen sin problemas de puntos al final son las mismas esté dirigido o no.
Quizá los ofendiditos debieran preocuparse de dos cosas mucho más importantes: evitar el típico Tourmalet de “Madrid, Barsa, Atlético, Valencia, Sevilla” que le pueden caer a un equipo seguidos o en un lapso de 7 u 8 partidos y conseguir de una vez por todas que el calendario se conozca completo: día y fecha con una anticipación suficiente como para que los aficionados puedan organizarse los viajes.
Así pues, ofendiditos míos, mejor os centrabais en cosas importantes como las dos que cito justo encima y dejabais de llorar porque el calendario deje de ser una cosa que nunca fue. Eso, o repasar un poquito matemáticas de cuando teníais 12 años.