Así no, Pitu. Así, no
Llegas a un equipo que acaba de clasificar para la siguiente ronda de Copa ni se sabe cómo, porque por el juego mostrado hasta la fecha no fue. Con 4 goles en 2 partidos de Copa había marcado casi tantos como en Liga en 12 jornadas. Estilo diferente de juego en ambas competiciones, jugadores diferentes alineados: Burgui, Pedraza, Bojan y Munir contra Wakaso, Sobrino, Santos. La noche y el día.
Se anuncia tu fichaje. Lo primero que dices es que mantendrás el once de la Copa, que jugarás como a ti te gusta hacerlo, rápido, al toque, combinativo. No te has puesto al frente del equipo y ya entras mintiendo. Pero da igual porque siempre tienes excusas para todo. Ya encontrarás la forma de decir “si, mi idea era ésta, pero no pude hacerlo porque…”.
Llega el primer partido y… ¿qué haces? Pones a los mismos de la jornada anterior. Los buenos, los de Copa, al banquillo. De lo malo te ventilas la defensa de 5, pero no tiene demasiado mérito porque ya De Biasi, con la soga al cuello, había hecho lo propio. Burgui y Pedraza al banquillo. Balón al rival. Metiditos atrás. Lo más cerca del jogo bonito que has estado es enfrentarte a un equipo que lo practique.
Y claro, las cosas pasan como tienen que pasar. No tiras a puerta en toda la primera parte. Bueno, no tiras, en general. Pero como tampoco vas sufriendo mucho porque el fútbol rival no está siendo excelso, estás tranquilo. No vas perdiendo. Y arranca el segundo tiempo. Con los mismos, faltaría más. Para qué vas a hacer un cambio que modifique el juego de tu equipo si con lo que tienes, de momento, vas bien. Pero el fútbol no perdona. Y a la hora de encuentro, encajas el primer gol. Y 2 minutos después, el siguiente. Vas 2-0 y te ha pillado con los cambios pensados, pero todavía en la banda.
Primer minuto de Burgui en el campo, tiro a portería y córner. Pero estaba mejor en el banquillo. Quitas al mueble ghanés y metes a Pedraza y, hostia, primer balón que toca y gol de Ibai. Parece que Bono está por la labor de regalar cositas. Pero, claro, si no lo pruebas no lo sabrás jamás. Sin ni siquiera saber cómo, te has metido en el partido cuando estabas en la lona desde el minuto 1. Y de pronto, por ir al ataque sin demasiados excesos, te encuentras con un penalti. Y, vaya por Dios, va dentro. Te ves con un 2-2 en el marcador gracias a los jugadores que has dejado en el banquillo y con 5 minutos por delante para obrar el milagro. No sé a quién tienes ahí arriba, pero más te vale ponerle velas cada día.
Pita el final el árbitro y no sabes ni cómo ni por qué, pero te llevas los 3 puntos menos meritorios de la historia. Una plaza complicada donde ni Madrid ni Atlético fueron capaces de ganar y tú remontas un 2-0 en menos de media hora. Y volvemos a lo de siempre: el resultadismo. “Se ganó, que era lo importante”. Y ya empiezas de forma positiva para tus aficionados. Todavía te aplaudirán en Mendi éste fin de semana, como si hubieras hecho algo, como si hubieras cambiado al equipo, como si tuvieras un ápice de responsabilidad en la victoria.
Lo mejor de todo es tu capacidad para salir con excusas. La imaginación no te la discute nadie. Esta vez fue que Burgui y Pedraza estuvieron con una fiebre que nadie conocía durante toda la semana. Pero lo tenías todo pensado, sólo podían jugar media hora y serían buen revulsivo. Si no hubieran ganado habrías dicho que no se les podía pedir más, que estaban enfermos, que bastante hicieron. Mr Excusas. Esperemos no tener que soportarte reeditar uno de tus grandes éxitos y verte salir a rueda de prensa enfadado diciendo que tienes a los mutilak llorando en el vestuario.