¿Qué ocurre realmente con Mesut Özil?

Mikel Arteta está cambiando muchas cosas en el Arsenal desde su llegada al banquillo. A nivel deportivo, a nivel institucional, en la gestión del vestuario. Existe una notable diferencia positiva respecto a etapas anteriores y da la sensación de que el aura Gunner ha cambiado para que vuelvan a ser un equipo a tener en cuenta.

Jugadores comprometidos, un club que apoya a nivel de incorporaciones y una filosofía técnica nacida al lado de Guardiola en el Manchester City. El cambio es evidente y muy positivo. Pero Mikel ha tenido un tema candente que ha solucionado de forma tajante. Unos afirman que demasiado, pero lo cierto es que ha puesto fin (o lo ha intentado) al irregular rendimiento de Mesut Özil.

La figura de Özil siempre ha estado cuestionada. En Madrid, primero, y en Londres, ahora. Su calidad, magia y determinación son reales. Es un jugador de muchos quilates. Pero sus quilates cada vez brillan menos, cada vez se ven menos, y su determinación (por la que es uno de los futbolistas mejor pagados de Inglaterra) roza la nulidad. Es por ello que Arteta ha ido quitándole poco a poco su protagonismo (que no calidad) hasta llegar al punto actual, en el que está fuera de todas las listas posibles. Es jugador del Arsenal porque así lo afirma su contrato, pero no disputa un sólo minuto desde el pasado 7 de marzo. Sí, 8 meses sin jugar.

Una decisión, reitero, polémica porque es un jugador de calidad extraordinaria y que tiene un megacontrato. Pero, objetivamente, la decisión de Mikel es totalmente entendible, lógica e incluso positiva. La toma de decisiones del técnico donostiarra está siendo seria, rotunda, ejecutando técnicamente a futbolistas que no han demostrado el interés o dinámica necesaria para el cambio y la metamorfosis sufrida por el club. No sólo Özil. Otros jugadores como Guendouzi o Torreira también ha sido víctimas de esta nueva metodología.

Pero, ¿por qué Özil sigue? Su contrato. Su estratosférico contrato. Es la razón principal por la que el jugador alemán de origen turco sigue en el Arsenal. El club quiso venderle porque Arteta tenía clara su decisión, pero su salida se complicaba cada vez que Özil presentaba sus altas exigencias económicas.

Esta decisión, la de dejar a Özil fuera de la lista de Premier League y Europa League, demuestra muchas cosas sobre Mikel Arteta. Por un lado, su valentía, su convicción a la hora de tomar decisiones sin pensar ante quien está. Por otro lado, la claridad de sus ideas, de cómo quiere ejecutar sus planes. Y lo mejor de todo, desde el club le apoyan. Evidentemente, cada vez que ocurre algo con Özil tiene repercusión. No olvidemos que un jugador con una marca personal universal, de dimensiones gigantescas, y todo lo que gire en torno a su figura tiene consecuencias mediáticas. Un ejemplo que explica perfectamente todo su eco: él sólo tiene más seguidores en Twitter e Instagram que el propio Arsenal.

Pero que Özil sea seguido por millones de personas, que tenga un megacontrato, que sea una de las estrellas mediáticas de la Premier League, no son excusa, no son un argumento para darle vía libre a su pasividad deportiva, a una irregularidad demasiado notable y acentuada. Su rendimiento está lejos de la excelencia. Mesut tiene la cualidad innata de hacer una de las suyas, dejar un detalle, y simplemente con ese pequeño gesto te hace olvidar durante segundos su sequía, su lado sombrío. Es un jugador extraordinario, pero quizás no quiera, quizás su personalidad le prive de ser continuo, y ahora con la llegada de Arteta se ha visto comprometido por primera vez seriamente desde que fichó por el Arsenal.

Özil no forma parte de la dinámica Gunner, pero por polémica, importante o mediática que haya sido la decisión lo cierto es que la figura del entrenador español no se ha visto minimizada, criticada o cuestionado. Incluso todo lo contrario. La valentía de Arteta tratando la situación de la estrella que parecía (o se creía) intocable ha sido aplaudida. Sobre todo, además, porque el rendimiento del equipo ha ascendido, ha progresado, y la confianza de la afición es plena. Cada vez más.