El espejo en el que debe fijarse el Valencia
Quiero hacer una comparación que, por descabellada que pueda parecer, creo que puede tener más lógica de la aparentemente existente. Hablemos del Chelsea 2019/20 y del Valencia 2020/21. Dos proyectos que, creo, tienen algún punto en común. O al menos crea una opción para ser comparados.
El Chelsea de la pasada temporada iniciaba con dudas, muchísimas dudas. Hace un año el conjunto de Stamford Bridge iniciaba su camino con un proyecto repleto de preguntas sin respuestas a corto plazo, con mucha incerteza por la sanción sin fichar impuesta por la FIFA. El Valencia sí puede fichar (o aparentemente eso parece) pero las limitadas condiciones económicas impuestas por el máximo accionista han acortado mucho las condiciones de mercado de los valencianistas. La nota predominante va más relacionada a las ventas y no tanto en las altas. Todo va orientado a las salidas, y no tanto a los fichajes.
El clima puede ser similar, pese a que las realidades objetivas son diferentes. El aficionado valencianista puede verse reflejado en aquellos fans del Chelsea que hace un año no sabían hacia dónde iba su equipo, cómo iba a funcionar el proyecto ni cómo debían enfocar todo. Ambos son equipos acostumbrados a pelear por los puestos europeos, pero los contextos repletos de dudas crean un escenario nuevo que no saben realmente cómo afrontar
¿Quedar fuera de Europa sería un fracaso o un éxito? ¿No descender sería positivo o simplemente cumplir expectativas? ¿A qué debe aspirar este Valencia? Son preguntas que nacieron en el distrito de Fulham hace poco más de un año y ahora existen en la avenida de Suecia de la capital del Turia.
Está siendo un verano movido, muy candente, repleto de polémicas e incendios diariamente en los medios. Un clima de tensión informativa que ya ha desencadenado más de una manifestación pública contra la institución por su cuestionada gestión de planificación para la temporada.
Aunque no sean ejemplos exactos, existen similitudes y pueden servir de espejo para la ilusión del valencianista. El Chelsea empezó con muchas dudas, sin saber realmente hacia dónde iban, sin saber qué iban a conseguir, sin saber qué sería una buena temporada, o mala, y finalmente consiguieron entrar en puestos de Champions League. Un resultado que, evidentemente, ha sido catalogado de un éxito considerable al haber partido de contexto diferente.
El proyecto 2020/21 del Valencia debe tener aspiraciones normales, sin demasiadas expectativas. Sólo así habrá pocas decepciones. Sólo así una mala temporada será catalogada como esperada. Sólo así una temporada con clasificación europea será catalogada de éxito rotundo. Por ello, tranquilidad. El conjunto valenciano hace frente a un curso deportivo diferente, decepcionante respecto a años anteriores, pero no por ello negativo. De momento. Al menos por ahora.
Ahora mismo, con todo por delante, no se ha perdido nada y las sensaciones de la pretemporada tampoco son malas. De hecho, creo, tengo la sensación de que los encuentros amistosos con Javi Gracia como técnico han enfriado un poco el ambiente. No contra el máximo accionista, no contra los actuales dueños, ni contra su gestión. El enfado existe, pero el miedo, el cierto temor, parece haber rebajado su grado tras estos encuentros amistosos.
Por ello, a modo de espejo, a modo incluso confianza, la temporada del Chelsea un buen ejemplo de que las dudas y un proyecto no del todo sólido no tienen por qué ser negativo. El curso deportivo que tiene por delante el Valencia puede estar repleto de dudas, pero no por ello debe ser considerado como algo negativo.
¿Una temporada diferente? Sin duda. ¿Poco ilusionante? Quizás no como otros años. Pero lo cierto es que pensando fríamente puede crear más puntos positivos de los que pueden aparecer a primera vista.