Las mismas 4 rutinas del Valencia

El Valencia volvió a la rutina. Una rutina liguera en toda su extensión. Volvió la rutina del fútbol, pero no fue la única. Volvió la rutina en forma de automatismos deportivos, la rutina de los fallos individuales, la rutina de las decisiones que aportaban riesgo cero y una rutina relacionada con tropiezos que siguen abriendo el grifo de los puntos que se marchan de la dinámica valencianistas.

La rutina de Diakhaby

Dicen que algo casual que se repite continuamente deja de ser simple casualidad y pasa a ser una rutina. Pues en ese contexto vive Diakhaby como futbolista desde que llegó a Mestalla. Su toma de decisiones sigue siendo cuestión importante como valencianista y sus consecuencias le dejan cada vez menos margen de confianza. Volvió a ocurrirle frente al Levante en un derbi que el Valencia rozó de forma victoriosa hasta la última jugada como quien dice.

El gol de Rodrigo in extremis hizo estallar de júbilo al conjunto de Celades, pero apareció Diakhaby con, primero, una cuestionable falta cerca del área y, segundo, con un penalti que acabaría tirando por tierra cualquier atisbo de victoria local. Volvió a ocurrir, volvió a ocurrir. Una toma de decisiones que ya se ha convertido en su (preocupante) rutina defensiva.

La rutina de Celades

Su toma de decisiones sin arriesgar, sus sustituciones, su carácter reflejada en sus jugadores. Tres meses después, volvió a pasar. Gameiro por Maxi, Wass por Florenzi, Ferran por Carlos Soler, Cheryshev por Guedes. Cambios de refresco, pero poco más, sin riesgo, sin medidas reales para intentar ir a por un partido en el que el Valencia debía apostar seriamente. Todavía más tras conocerse la derrota del Getafe justo antes del derbi valenciano.

Una personalidad tranquila, correcta, que se refleja perfectamente en sus decisiones. Ni positivas, ni negativas. Esa no es la cuestión. Pero sí decisiones conservadoras que volvieron a marcar el destino final del equipo blanquinegro.

La rutina del repliegue con marcador a favor

Volvió a pasar. Le costó al Valencia adelantarse en el marcador. Casi sobre la bocina. Con su particular 'patiment', con su ya clásico estilo picapedrero. Llegó el 1-0 de Rodrigo tras un fascinante centro de Gayà. Y, entonces, la rutina defensiva en la que ceden el balón, ceden el protagonismo y el foco, ceden la posesión.

Un carácter costumbrista del equipo blanquinegro que volvió a hacer acto de presencia y que, otra vez, acabó con los puntos esfumándose. Antes de la epidemia, después de la epidemia. Da igual cuando leas esto. El repliegue y cesión de protagonismo tras adelantarse en el marcados siguen siendo una preocupante rutina en términos valencianistas.

La rutina de Gayà

El lateral zurdo sigue a lo suyo. Seguramente, el mejor futbolista del partido en el Valencia. Dio la asistencia a Rodrigo en el 1-0, pero encontró una autovía en metros finales del carril izquierdo. Constantemente, de forma repetida.

Sus internadas por el lado zurdo encontraban espacio y generaban peligro una y otra vez. Sus centros siempre salían, siempre emergían, siempre nacían, pero sólo encontraron en Rodrigo un socio efectivo. Una vez más, un partido más, una noche más. Volvió a ser el ídolo de la grada. Una grada vacía, eso sí.