¿Qué está pasando en el Valencia?

Intentaré explicar lo que está pasando en el Valencia para un extraterrestre, para alguien que llega por primera vez y se encuentra la situación del club de Mestalla. Intentaré explicar lo que está pasando, como digo, para un aficionado que no sea del Valencia y que esté sorprendiéndose estos días viendo, leyendo y escuchando las barbaridades (así es) que están saliendo a la luz.

Todo nace hace un año. Saltaba la noticia: Mateu Alemany podría dejar el club tras ser pieza clave de una de las mejores temporadas valencianistas en mucho tiempo. Sería el primer movimiento que desencadenaría el terremoto. Aquella noche iniciaría la siguiente salida importante que se confirmaría semanas después con el adiós de Marcelino.

Aquellas dos salidas hicieron que el vestuario reaccionara, incluso se fraccionara, incluso se fracturara. Unas voces más altas que otras. Algunos jugadores se postularon de forma más clara que otros. En silencio, desde el club, fueron creando una lista negra que, ahora, empieza a tachar. Algo así como una lista de señalados, de profesionales (más allá incluso de jugadores) que plantaron cara, que se enfrentaron a la propiedad, que se posicionaron en contra a las medidas tomadas con Mateu Alemany y Marcelino.

El Valencia ha vivido una temporada gris, de tintes surrealistas, de tonos preocupantes. Este año el conjunto valencianista ha sido un club moribundo, sin rumbo alguno, irregular, que transmitía síntomas claros de bipolaridad. Capaces de ganar a Chelsea o Ajax a domicilio y, a su vez, de perder contra equipos de la zona baja en España.

Pero volvamos al comienzo. ¿Qué explicación tiene lo que está ocurriendo? Algo así como una venganza. Algo así como una limpieza sobre todo aquello que se posicionó contra los intereses de Meriton. Detalles pequeños, detalles mayores. Sin filtro. Cualquier detalle que fuera o apoyara "enemigos" internos de la propiedad, fuera. Así de claro.

Mateu Alemany, Marcelino, Ferran Torres, Paco Camarasa (delegado con más de 40 años como trabajador del club), Parejo, Coquelin, médicos, ojeadores, preparadores físicos, masajistas... Todo lo que hubiera mostrado alguna posición contra la propiedad, fuera. Pero, ¿también con casos 'secundarios'? Así es. Profesionales que simplemente por tener una buena relación con Marcelino, por ejemplo, ya son historia. Y, aunque puede tener otros puntos de vista, también entraría en esta lista negra la Curva Nord. Bajo la excusa de que en esa grada había violentos (argumento que puede ser real en un porcentaje), la fulminaron. Pagaron justos por pecadores. Anularon una de las voces más vibrantes y fuertes de Mestalla.

Insisto. Una lista negra. Una venganza. Esto no tiene nada que ver con fútbol. Esto no tiene nada que ver con deporte. Se trata de una limpieza que nace en el ego, en una contraposición de intereses. Y en mitad de todo ello, un club centenario. En mitad de todo ello un sentimiento. En mitad de todo ello un equipo que representa a un pueblo, un equipo que representa una tierra con valores, con historia y cultura.

Una temporada en la que eres campeón de Copa del Rey ante el Barcelona de Messi y que te clasificas de forma épica para Champions es positiva, ¿no? En las últimas horas se ha filtrado en la capital del Turia que esa temporada deportivamente puede que sí, puede ser positiva, pero económicamente el proyecto de empresa y negocio forzó la estabilidad del club, puso contra las cuerdas el proyecto. Y así, damas y caballeros, es como se ha querido vender y excusar la salida de Mateu Alemany. Un director deportivo que reforzó al equipo para hacer un proyecto deportivamente sólido, que firmó una temporada muy positiva. Pero no. Para los intereses de la propiedad hizo saltar las alarmas. Y, entonces, llegó el adiós, el despido. Surrealista, se mire por donde se mire.

Cómo será de grave la situación que ciertos sectores que han sido contrarios al valencianismo están sintiendo compasión. Aficiones históricamente rivales que sienten una sensación entremezclada de "felicidad" con pena. Aficionados que no son del Valencia sorprendidos, casi en fuera de juego, intentando analizar todo desde fuera sin entender absolutamente nada. Una sensación similar a la de ir por la calle andando y encontrar un maletín con un millón de euros. Así de simple. No te lo crees. Crees que hay gato encerrado, que hay una cámara oculta. Sabes que tienes un millón de euros en las manos pero la facilidad de haberlo conseguido te hace ir más allá e intentar entenderlo sin respuesta alguna.

El Valencia vive una situación extrema como institución. Una guerra personal, una batalla de egos que está teniendo consecuencias catastróficas para un club histórico que vive un preocupante estado de salud. Pero el Valencia, su tierra, su sentiment, sus aficionados, han explotado y en próximos días van a empezar a hacer público el malestar de forma rotunda. La paciencia se ha acabado.

La venganza de Meriton ha colmado el vaso con la operación Coquelin-Parejo. El valencianismo ha explotado tras meses de tristeza, impotencia y surrealismo. Y lo peor de todo: puede haber más ventas.