El antídoto romántico del Fulham: Claudio Ranieri

La semana pasada el Fulham hacía públicas dos noticias que pueden resultar sorpresivas desde diferentes puntos de vista. Por un lado, el adiós de Jokanovic, el gran entrenador que había firmado el ascenso y la vuelta a la élite. Y por otro lado, su sustituto, un Claudio Ranieri que sigue transmitiendo ese toque romántico y aura especial en todos aquellos aficionados del mundo que vivieron el histórico triunfo del Leicester, en 2016.



El técnico italiano debe hacer frente ahora a un nuevo reto, a una prueba deportiva que seguramente no sea la más sencilla de encarar esta temporada en Inglaterra, ya que el Fulham está firmando un decepcionante inicio de temporada. El pasado verano, los Cottagers, realizaron un mercado de fichajes marcado por un gran desembolso económico que superó los 100 millones de euros (recuerden que es un equipo recién ascendido) y evidentemente llegaron a la capital londinense jugadores muy interesantes como Schürrle, Seri o Mitrovic, quienes se sumaban a otros como la joven y deseada perla Sessegnon. En resumidas cuentas, un proyecto que aspiraba más allá de simplemente la permanencia. Primero, por inversión, y, segundo, por la calidad técnica individual de su plantilla.


Pero no. Los resultados no acompañan y esas expectativas fueron incumpliéndose, los plazos comenzaron a no firmarse en el periodo establecido y en este parón de selecciones los de Craven Cottage son colistas de la Premier League con sólo 5 puntos obtenidos de 36 posibles. Un rendimiento muy por debajo de lo establecido en verano, muy lejos de las expectativas creadas que, en consecuencia, ya se han cobrado el puesto de Jokanovic. ¿La solución? Claudio Ranieri.




El entrañable técnico italiano llega a Londres para intentar solventar los problemas y comenzar a sellar puntos que les aleje lo más pronto posible de la zona candente de la clasificación. Y en la presentación ya dejó su primera frase a destacar: “Es momento de olvidar el cuento de hadas del Leicester”. Una declaración de intenciones para que tanto en el club, en la plantilla y sobre todo a nivel mediático para prensa y aficionados quede claro que los milagros no existen, que situaciones históricas como la vivida en el King Power Stadium hace unos años se dan raramente, y que ahora el Fulham está en problemas. Ranieri llega con su experiencia para intentar que las aguas del Támesis sigan siendo una bonita estampa aérea del estadio y no inundaciones que tengan consecuencias catastróficas para el Fulham.


Un reto importante, pero no imposible. Ni mucho menos. Recuperar la versión inicial de Mitrovic, recuperar la chispa de jóvenes valores que fueron clave en el ascenso, volver a convertir el mítico Craven Cottage en un fortín, y sobre todo devolver la energía perdida para una plantilla que cuenta con la calidad y las herramientas posibles y adecuadas para retomar la senda positiva.


El inicio de temporada no ha sido el esperado, ha sido negativo, pero la alerta tampoco debe sonar todavía en el seno del club. Antes de la catástrofe, se han tomado medidas, se han usado ciertas previsiones para que la situación no pase a mayores. El torneo inglés suma solo 12 jornadas. Queda el grueso del campeonato por disputarse hasta el todavía lejano mes de mayo. Y es por ello que la calma debe prevalecer con un entrenador que precisamente destaca por su saber estar, su gestión de vestuarios, su experiencia.


El Fulham ha querido darle el toque romántico al proyecto con “el entrenador que lo hizo posible”, con uno de los grandes artífices de ese histórico equipo de Leicester que será imborrable en las retinas de conocidos y extraños. Y ahora, toca esperar la mejoría, toca esperar que las medicaciones sean efectivas para que la salud del equipo mejore progresivamente hacia un objetivo de la permanencia que parecía lejos en verano por las expectativas y que ahora se ha convertido en una necesidad para evitar un fracaso mayúsculo tanto a nivel deportivo como económico.


Ranieri ha llegado a orillas del río Támesis.


Artículo realizado por Esteban Gómez (@mirondo9)