Análisis Final Mundial de Rusia 2018

Las dos semifinales que hemos visto han ratificado que la final adelantada fue el Brasil-Bélgica de cuartos. Ninguna de las 4 en semis quiso o supo jugar de la misma forma y al final nos dejaron 2 partidos algo sosos y aburridos que tan solo Croacia por obra de un gol sacado de la nada supo aderezar.



Con el Francia-Bélgica redescubrimos lo que es el cholismo puro y duro: resistir los ataques del rival, meterle un gol y echarte atrás. Muchos dicen de Guardiola y su influencia, pero si hay algo que está claro es que este Mundial podría haberlo ganado el Atlético de la 2013/2014: no encajar, marcar pocos goles, destruir por encima de crear y  el balón parado. Bélgica lo intentó, pero es cierto que le faltó mucha de la imaginación y solidez que ofreció contra Brasil. Algo decepcionante una Bélgica que nos había ilusionado a muchos pero que, a la hora de la verdad,  se ha vuelto a casa con los brazos vacíos.



Otra que se vuelve con los brazos vacíos es Inglaterra. Al final, el fútbol sí que llegaba a casa, pero antes de tiempo. El golazo de Trippier y el control sin dominio del partido no hacía imaginar que Croacia, con 60 minutos más de fútbol en las piernas, fuera capaz de imponerse en la segunda parte. De hecho, cada minuto que pasaba corría en contra del Team Modric, quienes no es que tengan un banquillo excelso ni la mejor predisposición física dadas las dos prórrogas que se chuparon. Pues les tocó una tercera, y menos mal que no fueron sus terceros penalties. Un buen gol de un Manzdukic medio cojo le sirvió para los que “usan un mantel por camiseta” para meterse en su primera final de un Mundial. La Uruguay de Europa. Unos 4 millones de personas.


Lo cierto es que es curioso cómo funcionan las cosas de la vida. Bélgica e Inglaterra se medirán mañana en una final de consolación, quién sabe, como castigo por el estúpido partido de la tercera jornada de fase de grupos donde se dedicaron a no atacarse hasta que a Januzaj se le cruzó el cable. Si hubiesen disputado ese partido de forma honesta, igual les hubiera ido mejor a ambos y quizá hubieran disputado la final de verdad en lugar de pegarse por las minucias.


Al día siguiente, tendremos la final de verdad, la de los hombres, la de el todo o la nada. Para Francia, perderla será un palo muy gordo. Es el problema de haber ganado algo en tu vida. Croacia ya ha ganado llegando hasta la final y, aunque pierda, si bien es cierto que los primeros días serán tristes, luego serán capaces de valorar lo conseguido. Pero Francia no. Si Francia pierde, será un desastre. En lo meramente deportivo, sería un desastre que Francia la ganase. Su fútbol es pésimo, sobrevalorado y rácano. Que un equipo sin estrellas juegue así es comprensible, pero con los nombres que pone sobre el verde en cada partido, su estilo no puede ser ese.


Ambos llegan motivados por lo que supone disputar una final de un Mundial, pero lo cierto es que Croacia lleva un partido de fútbol completo más en las piernas. Llegar a una final habiendo pasado el peaje de 3 prórrogas es una mochila suficientemente pesada como para el excesivo favoritismo que se le otorga a Francia.



Esperemos que les bleus se abran un poquito y ofrezcan una mejor imagen que la que han proyectado hasta ahora, pero parece harto improbable. Tocará rezarle a San Luka Modric para que rompa él la baraja y nos deleite con alguna genialidad que haga que Deschamps tenga que abandonar su habitual estilo y fuerce un poquito más la maquinaria.


Análisis realizado por @3trescuartistapicks