¿Qué supone realmente la salida de Gonçalo Guedes?

Gonçalo Guedes dejó el pasado 8 de agosto el Valencia para firmar el inicio de una nueva etapa profesional que le lleva hasta el Molineux Stadium. El ya nuevo jugador del Wolverhampton comienza una andadura que venía sonando desde hace años, por la estrecha relación de Jorge Mendes con el equipo inglés, pero que no ha sido hasta ahora cuando se ha concretado oficialmente.

El Valencia pierde a uno de sus tres más destacados estandartes. Su salida era una noticia que sobrevolaba la capital del Turia desde el final de la pasada temporada. La delicada situación institucional llamaba a su salida y a la de José Luis Gayà y Carlos Soler. La suya ya es un hecho y deja un enorme vacío en la plantilla a nivel ofensivo y supone un golpe a nivel mediático para el proyecto.

¿Qué supone la salida de Guedes del Valencia? Analizando la situación fríamente, por raro que pueda parecer, presenta situaciones diversas, tanto negativas como positivas.

Evidentemente, se marcha el futbolista más en forma del equipo en las últimas dos temporadas. Era uno de los grandes referentes, uno de los ídolos de la grada y su salida deja un vacío que difícilmente podrá ser cubierto. 

Su salida, además, se filtró a los medios de comunicación en uno de los peores momentos, justo antes de la presentación oficial del equipo en el Trofeu Taronja, cuando los aficionados esperaban recibirle con los brazos abiertos, cuando cientos de niños estaban esperando ver a su ídolo en acción.

Sin embargo, ¿hay algún argumento positivo? Sí, dos concretamente. Su salida sanea las cuentas delicadas del club. Su adiós es por pura necesidad, pura vitalidad institucional. Su dinero puede mover otros hilos que estaban pendientes y bloqueados. Ahora, a un precio alto eso sí, el proyecto 2022-23 puede progresar en su planificación.

Pero se debe tener en cuenta también que Guedes se ha caracterizado por ser un jugador irregular. Es la realidad. Salvo las dos últimas temporadas (más la última, para acentuar el contexto), su andadura valencianista ha estado caracterizada por altos y bajos, por meses sublimes que tapaban otros de ausencia preocupante. Durante meses se especulaba que rendía según sus intereses personales para ir convocado con Portugal.

Su salida llega en el mejor momento de forma. Es cierto. Negarlo sería absurdo, pero es cierto que su adiós será un recuerdo guardado en el baúl de la esquina dentro de unos meses. Su marcha es notable ahora, porque es reciente, pero toca pasar página y centrarse en un proyecto que, lejos de ser el mejor de la historia del club, debe pelear por intentar volver a estar en la zona alta de la clasificación.