¿Qué debemos pensar del príncipe de Johor?

Lo dijimos hace unas semanas. La repentina aparición del príncipe de Johor postulándose para entrar en el accionariado del Valencia había que analizarlo con tiempo, en otro contexto y no tanto en ese impulso del primer momento. Cuando este señor empieza a publicar todos sus mensajes y públicamente da a entender que quiere llegar al Valencia todo se presentaba como una posible solución. O al menos como un nuevo escenario.

Pero, como dije en su momento, había que tener tranquilidad, había que analizar todo en su debido contexto, en una normalidad que precisamente no estaba presente en aquel momento. Tampoco ahora en su totalidad, pero las dudas que me generaba entonces (y que mantengo) me permitieron calmar el impulso y ver ahora la situación con la misma tranquilidad.

Tunku Ismail ibni Sultan Ibrahim sigue sin ser oficialmente nuevo accionista del Valencia. No está descartado, pero los contenidos diarios que filtraba en su cuenta de Instagram ya no son tan positivos, ya no son tan directamente orientados a su llegada al Valencia. Puede llegar, sí, pero sus actualizaciones ya no transmiten lo mismo. Ahora ya habla de que las negociaciones siguen sin cerrarse. Esto no debería hacer saltar ninguna alarma para sus aspiraciones ni para sus defensores en el valencianismo. La clave más importante es que, además, en Inglaterra están surgiendo informaciones que también le relacionan al Manchester United. Un movimiento similar, pero hacia Old Trafford.

Por esto precisamente no quería creerme al cien por cien todo. Por esto precisamente no quería creerme el cuento de hadas que algunos parecían querer instalar en la capital del Turia. 

Quería ir con calma porque ya pensaba que podría ser un nuevo aire, pero no la solución. Ni mucho menos. Era otra forma de tener algo similar a lo de Peter Lim. Al fin y al cabo se trata de lo mismo. Capital extranjero, un accionista que no ha mamado el 'sentiment' en primera persona. Una llegada que podría solucionar situaciones a corto plazo, pero que cuando las aguas llegaran bravas o los problemas nacieran, todo volvería a arder con las mismas ascuas.

Insisto. Vuelvo a hacerlo. No le conozco. No conozco de primera mano su gestión, su forma de actuar. Puede gustarme más, o menos, pero todo sería subjetivo, sin haberle dado la oportunidad. En eso me mantengo. Pero sí quiero opinar que todo esto tiene que cogerse con pinzas.

Sigue sin ser oficial. Las primeras dudas de su llegada por las supuestas negociaciones con Peter Lim ya han dejado claro que no todo estaba tan hecho y cerrado como parecía querer transmitirse. Y, por supuesto, las informaciones que le relacionan al Manchester United. Esto último me parece clave y viene a reflejar un poco el por qué de mi calma inicial: le da igual blanco que rojo. 

Él quiere llegar a un club europeo. Es un capricho personal y si finalmente llega a Manchester y no a València será igualmente feliz. Por eso, precisamente por eso, es por lo que quise llamar a la calma y por lo que me mantengo en esa postura. Primero, porque no sabemos cómo gestionaría todo y, segundo, porque de momento sigue sin cerrarse nada.