Hasta siempre, Fernando


Posiblemente, el momento más álgido en la vida deportiva de Fernando José Torres Sanz iba a tener lugar un 29 de Junio de un caluroso verano que pasó en Austria. Durante todo el torneo que se disputó en este céntrico país europeo, la estrella había sido David Villa quien, a la postre, sería el pichichi con 4 goles de la primera Eurocopa que los futboleros españoles de hoy en día hemos vivido. Nuestros padres nos contaban historias de algo que había pasado en 1964, pero nada, habladurías, eso no contaba. España nunca había ganado nada. Éramos un cero a la izquierda. Bastante que nos dejaban participar con las selecciones mundiales de verdad. Lo bueno empezó aquél día.


Fernando sólo había marcado un gol antes en esa Eurocopa pero, ¿a quién le importaría? En el minuto 32, Xavi se giraba levantando la cabeza y ponía un balón de esos que sólo podía poner él. Conseguía que se nos parase el corazón a todos, viendo como Lahm se cruzaba por delante de una camiseta roja sin ser capaz de frenar a esa gacela rubia, y cómo ese balón salía botando tras el golpeo de la bota derecha de Torres, haciendo que Lehmann se tirase hacia el vacío, intentando tapar un balón que besaba las redes. Y de pronto, la realidad. La presión de la sangre en las arterias. Un latido unánime de 40 millones de españoles. 60 minutos para ser campeones. Personalmente, no recuerdo nada de todo lo que pasó en esa hora que quedaba, debí pasarme todo el tiempo pidiendo que el árbitro pitara el final y rezando por que cada balón profundo terminase con un despeje de Puyol.


Pero no sólo de un gol vive éste hombre. Posiblemente, el público español se haya perdido al mejor Torres de la historia por el poco aprecio que se ha tenido históricamente en éste país por el fútbol británico. En su etapa en el Liverpool es muy probable que tuviésemos al mejor delantero del mundo en aquel momento. Un tipo rápido, ágil, con clase, con pegada. Un killer que se podía crear él sólo las ocasiones. Señores, si no han visto partidos del Liverpool del 2007 al 2010, tienen deberes para el fin de semana.


Posteriormente, su rendimiento decrece, pero siempre ha habido momentos puntuales que han permitido rescatar su grandiosa carrera del más absoluto ostracismo. El gol al Barsa con el Chelsea y la Champions que conquistarían después. Su retorno al Atlético y los dos goles que le marcaba al Real Madrid. Momentos. Sólo momentos aislados desde su salida del Liverpool.


Sin embargo, no todo han sido momentos álgidos los de la vida deportiva de Fernando Torres. La goleada que le endosaba el Barsa al Atlético que cimentaba su intención de abandonar el club con 23 años, aún con cara de niño. El grueso de su etapa en el Chelsea. Los cuatro meses en el Milan. Su papel secundario en su regreso al Atlético. Ha tenido muchos momentos complicados en su vida.



Pero por encima de los más de 300 goles que ha marcado, de todos los títulos que ha levantado, de la larga lista de premios individuales como Botas de Oro, XI Mundial de la Fifa, pódium en el Balón de Oro, Zarras,… Fernando Torres representa el sentimiento de pertenencia. Ser de un equipo aunque defiendas otros colores. Fernando Torres es Atlético de Madrid y lo ha sido en Liverpool, en Londres y en Milán. Lo era antes de debutar, lo era cuando subía a recoger premios de con otros equipos y lo será el día de mañana cuando deje de vestirse de corto. 


Y, como no podía ser de otra manera, en una entrada de “La Patada” a alguien tenía que caerle alguna. No seré especialmente amargo dado que la noticia no coge por sorpresa y los insultos y descalificaciones a uno de los mejores delanteros de la historia del fútbol han sido la tónica general de miles de pseudoaficionados bufanderos. Pero sí que hay un sector que me ofende personalmente y es toda la gente, supuestos colchoneros, que se han dedicado a meterse con él tras su regreso a casa. Un tipo que marca el último doblete del Calderón y el primero del Metropolitano a sus 33 años. Un tipo que vive cada gol de sus compañeros como el primer aficionado. Un tipo que encarna lo que Don Luis Aragonés defendió toda su vida. Atacar a Fernando es atacar al club que supuestamente amas. Háztelo mirar, que igual no te gusta tanto el Atlético como te crees.


Se va un grande al que se ama o se odia. Lo único claro es que el fútbol, pierde.