Han cambiado el fútbol

El mundo del fútbol ha cambiado. Ha cambiado bajo el concepto de fútbol moderno que ha provocado que muchos se hayan posicionado totalmente en contra. Una serie de cambios en favor del negocio, en favor del dinero, y no tanto priorizando lo puramente futbolístico y deportivo.

El conocido como fútbol moderno tiene situaciones tan diferentes como surrealistas, tan desorientadas como críticas. Algunas de ellas, las siguientes:

- La Superliga. Un nuevo proyecto de torneo que quieren desarrollar los grandes para seguir llenando de oro y dinero sus arcas porque "hay que salvar el fútbol". Claro, claro que sí. Gracias por salvar el fútbol. Cuando dentro de 15 años sigan ganando lo mismo que ganarían con este nuevo torneo, se cansarían, querrían más. Y así siempre. Dinero, dinero, dinero. Equipos como empresas, y no como equipos.

- Fichajes que superan los 100 millones. Casi todos los años, casi todos lo veranos. Ya son muchos los jugadores que han superado el centenar de millones de euros por un traspaso. Y no sólo eso (que ya de por sí es preocupante), sino que cualquier jugador cuesta hoy en día 20-25 millones y de ahí para arriba. Los traspasos del fútbol están totalmente descontrolados.

- Si ves un partido en abierto por TV, pide un deseo. Tal cual. Prácticamente todo el fútbol que se juega hoy en día deberás verlo pagando. Pagando unas cifras que comento en el siguiente punto.

- Precios altos para ver fútbol. Los precios siguen subiendo, siguen obligándote a desembolsar precios altos, mucho más de lo que desearían los aficionados, y en muchas ocasiones obligándote también a firmar productos (Internet, teléfono, móviles...) que quizás no quieras.

- Camisetas por más de 100 euros. Como mínimo, 85, pero si quieres nombre y dorsal tendrás que desembolsar más dinero. Más dinero por una camiseta, por una simple camiseta de una determinada marca que, por llevar el escudo de un equipo concreto, explota el precio para que la compres (o no) y lleves la nueva equipación de tu club favorito. Ah, y el año que viene otra vez.

- Propietarios que destruyen equipos. Un caso concreto: el Valencia. Empresarios que adquieren un club para hacer negocios propios, personales, con intereses externos a lo puramente deportivo y que pueden tener consecuencias históricas. Y como el Valencia, más casos de malas gestiones de gente que no está inmersa en la dinámica, que tiene poco o ningún conocimiento y que destroza todo lo que toca.

- Los jugadores parecen prácticamente intocables. Los clubes les protegen al máximo y superan cualquier normalidad en la relación futbolistas-afición. No es algo generalizado, por suerte, pero las distancias acaban convirtiéndoles en seres que viven en una realidad paralela.

- Los aficionados como clientes, no como aficionados. Paga, compra y luego si eso pensaremos en qué hacemos para facilitar tu sentimiento. Precios altos, decenas de productos y experiencias para que llenes las arcas. Todo de forma automática, en piloto automático, sin sentimientos, sin pensar en la gente.