Perdón por el bostezo

En las últimas semanas, quizás os suenen términos como 'Negreira', 'corrupción', 'pagos' o 'análisis arbitral'. No porque sean conceptos totalmente nuevos, ni novedosos, ni porque no existían anteriormente. Quizás os suenen por la vomitiva exposición a la que se han visto planteados todos ellos.

Al parecer, según informaciones de medios como El Mundo o El Confidencial, el FC Barcelona habría estado pagando durante varios años dinero a Enríquez Negreira a cambio de supuestos análisis arbitrales que, luego, supuestamente, se traducía en pagos a terceros. El escenario, tan polémico como preocupante, ha generado una sensación de que el conjunto azulgrana pagaba al colectivo arbitral a cambio de favores y un mejor trato.

Ese escenario, objetivamente, es un escándalo, un fraude deportivo que pone en entredicho todo lo vivido desde el año 2001 (cuando teóricamente comenzaron los pagos) hasta el año 2018. Un periodo que, ahora, tras las filtraciones informativas, adquiere un aura muy sospechoso sobre los múltiples éxitos deportivos conseguidos por el conjunto catalán a lo largo y ancho de esos 17 años.

Sin embargo, el foco mediático que ha adquirido el tema, expone algunas preguntas que, muchas de ellas, quizás no tengan respuesta oficial, pero sí lógica.

¿Se hace público justo cuando el FC Barcelona se había instalado en el éxito? 

Cuanto menos curioso. No digo que no sea verdad, no digo que todas las informaciones sean falsas. De hecho, que desde la prensa de Barcelona no se haya tratado el tema ya dice mucho. Sin embargo, justo cuando el equipo culé había dado un rotundo golpe en la mesa de LaLiga y aspiraba a ser campeón de Europa League, salta la liebre. Curioso, cuanto menos.

¿Se ha convertido en un culebrón público?

Totalmente. Sin duda, una pregunta retórica, repleta de ironía. El tema se ha convertido en un corriente absoluto de rumores, declaraciones, hipotéticos escenarios, que, en conjunto, intentan dañar la imagen del FC Barcelona. Todo ello, a nivel informativo. De nuevo, bipolaridad. Una bipolaridad con Real Madrid y FC Barcelona como protagonistas. Unos, como las víctimas (porque, claro, el resto de equipos no son víctimas); otros, por ser las supuestas manos infractoras. Los dos clubes más cuestionados históricamente sobre el arbitraje, con un contraste absoluto. Sólo hay un equipo infractor, supuestamente. El otro no.

¿Qué pasa con el resto de equipos que, todavía a día de hoy, siguen siendo perjudicados?

Semanalmente, hay equipos de LaLiga perjudicados ante una herramienta llamada VAR que llegó para cambiar el fútbol y convertirlo en algo mucho más justo... pero no. Hecha la ley, hecha la trampa, que dirían. Todas las semanas hay errores arbitrales contra el resto de equipos y el foco mediático que adquieren es ridículo, minúsculo. Esos equipos, supongo, no importan. Si les perjudican, ya se les pasará y caerá en el olvido.

¿De verdad hay que verse sometido a tanta información interesada?

Los medios deportivos nacionales, digamos, no pasan su mejor estado de forma. Y, de nuevo, vemos dos corrientes informativas muy claras. Una, desde Madrid; la otra, desde Barcelona. Los primeros, se hacen eco de todo, de absolutamente todo, se convierten en dedos acusadores desde la supuesta objetividad y rigor periodístico que deben seguir (spoiler: no). Los segundos, primero se callaron, silenciaron las acusaciones, pero luego le dieron la vuelta a la tortilla y adquirieron el dedo acusador contrario, el dedo del "Otros también hacen cosas raras". Y así todos los días desde hace semanas. Qué aburrimiento.

Todo esto tendrá unos resultados. Algún día habrá una resolución oficial y, pase lo que pase, esto jamás caerá en el olvido. Si el FC Barcelona sale indemne, la duda sobre ellos persistirá. Si sale acusado, evidentemente, con toda la razón, serán señalados de forma total y rotunda. Mientras tanto, en el fondo, en la sombra de este país tan cuestionable en términos políticos y éticos en las altas esferas, alguien ha movido ficha para que todo esto salga a la luz y de cara al público refleja todo lo contrario o, como está pasando, se muestra en silencio total, absoluto y presenciando el show.

Todavía no hay consecuencias, ni oficiales, ni deportivas, ni económicas, pero todo apunta a que el eco mediático tiene todavía un largo recorrido que, a su vez, parece estar destinado a ser recordado de por vida. La credibilidad del FC Barcelona siempre será cuestionada. Quizás, la clave de todo esto ha sido esa, la de erosionar la imagen institucional del club.

Lo que sí queda claro es que el tema ya ha adquirido ese aroma turbio, sucio, rancio, que manipula toda actualidad deportiva hacia los mismos. Ahora, con tintes de corrupción. Un tema que aburre tanto como cualquier tema que sea relacionado con la omnipresente bipolaridad mediática. Aburre. Perdón por el bostezo.

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