Valencia, que no cunda el pánico

El Valencia empataba en su debut liguero contra la Real Sociedad 1-1 en un encuentro que, quizás, seguramente, mereció tener un resultado más positivo para los valencianistas. Un partido que puede haber supuesto una desilusión, un resultado alejado de lo esperado. Todo el mundo quiere ganar, y más si es en la primera jornada, cuando todo empieza, cuando todo inicia. Es la primera toma de contacto, como cuando buscas piso y entras por primera vez en uno que has visto en una agencia. Esa primera sensación marcará tu elección. Pues así, pero en el campeonato liguero. Así, pero en la siempre exigente grada de Mestalla.

Un empate que, viendo el encuentro, supo a poco, dejó un sabor agridulce mezclado entre “Qué pena, pudo haberse conseguido más” y un “Otra vez, como el año pasado. Otra vez los empates...”. Una sensación entremezclada que ya ha provocado las primeras incertezas en la parroquia valencianista. Pero que no cunda el pánico, que en Valencia somos muy así.

Vayamos al grano. Sí. Un empate. Debut sin victoria. Primeros dos puntos que vuelan de Mestalla, pero tranquilidad. ¡Quedan 37 partidos!

El Valencia no perdió. No ganó, pero no perdió. Es una cara positiva al resultado final. Suele ser decepcionante cuando vas ganando y acabas empatando. Sobre todo esta vez, cuando la igualada llegó sobre la bocina, casi sin tiempo de reacción. Pero, insisto, no hubo derrota. El Valencia puntuó.

El penalti fallado de Gameiro. Ahí estuvo el partido. El delantero francés tuvo en sus botas la oportunidad de colocar el 2-1. La opción existió, estuvo ahí. Fue más fallo propio que acierto del rival. El lanzamiento se fue a la grada y sólo debe mejorarse la puntería. Pero el Valencia pudo ganar gracias a esa acción. Si el balón hubiera entrado mucha gente ahora estaría más calmada, sin críticas hacia nadie. Todo sería mejor, se respiraría mejor en la capital del Turia y nada habría pasado.

El balón al poste de Rodrigo. Otra acción propia desaprovechada. Una nueva ocasión clara para colocar el segundo. Apenas centímetros separaron el éxito de un decepcionate empate. La grada llegó a gritar gol cuando ese recorrido hacia la portería vacía estaba en proceso. Pero no. No llegó. Otro error propio, que no acierto del rival.

El penalti de Coquelin es evitable. Fue un error propio, no un “acierto” del rival. Mucha gente afirma que fue un error infantil, que ese brazo nunca debió estar tan separado y estirado del cuerpo. Quizás sí, pero de nuevo lo comentado anteriormente. Si ese brazo hubiera estado más pegado no hubiera llegado la pena máxima y, quizás, nadie hubiera perdido los nervios tras el pitido final. Oyarzabal lo lanzó de forma magistral y colocó la igualada. Pero sí, de nuevo, otro error propio evitable por una acción clara que se otorgó al rival.

En líneas generales, quitando quizás los minutos finales, el Valencia fue superior. Mayor protagonismo para los de Marcelino, más llegadas, más ocasiones y finalmente, en el contexto global, mayor sensación de merecimientos. Pero las acciones concretas acabaron privándoles de un resultado mayor. El Valencia perdonó. La Real Sociedad lo aprovechó.

El Valencia cometió errores. Está claro. Pero errores propios, evitables de cara a futuras jornadas. Acciones concretas que determinaron el desenlace del choque para colocar el empate final en el videomarcador. El juego del equipo no fue excelente, pero tampoco de suspenso, ni malo. No jugaron mal, tuvieron iniciativa y la calidad estuvo presente. Sólo faltó puntería. Sí, como en el inicio de la pasada temporada, pero quedan 37 partidos por delante.

Todo ello bajo el show escénico de mal gusto que han protagonizado con los sancionados de la pasada temporada. Ni Parejo ni Gayà, ambos titulares, ambos capitanes, ambos piezas clave en el esquema de Marcelino. Ninguno de ellos pudo jugar contra la Real Sociedad por sanción. Dos ausencias importantes que pudieron ser, también, clave.

Que no cunda el pánico.