Que no cunda el pánico en Stamford Bridge

El verano en el Chelsea no ha sido el más esperado, ni el más ilusionante. Ni siquiera el más productivo. Una pretemporada repleta de dudas, de irregularidad, de altos, de bajos, de victorias, empates y derrotas.

El conjunto Blue llegaba al inicio de temporada en Inglaterra ante un escenario que no tenía un calificativo claro. Dudas por no haber fichado, por haber formado un proyecto sin prácticamente caras nuevas (sobre todo ilusionantes), cuya mayor ilusión era un viejo conocido del club como Frank Lampard que se hacía cargo del banquillo. Un contexto diferente, incluso preocupante, pero al mismo tiempo sólido, ya que un gran volumen de la plantilla ya estaba en el equipo la pasada temporada.

Más dudas e intranquilidad por no haber fichado que realmente por el potencial del equipo. Una plantilla similar al del pasado curso que demostró tener calidad suficiente para entrar en Champions League, pero que sin refuerzos, sin fichajes, ha ofrecido una sensación de parálisis que no ha ayudado mucho a la afición. Bajo este aura de incerteza una dura derrota como la sufrida en Old Trafford por 4-0 frente al Manchester United precisamente no ayuda demasiado y algunos aficionados del Chelsea ya se cuestionan cómo va a transcurrir la temporada.

Sin embargo, calma. Quedan 37 jornadas, 37 partidos, muchos meses por delante, muchas competiciones que disputar. Resta toda una temporada por delante en la que ningún rival hará pleno, en la que la soledad no será la tónica. La situación debe ser la misma que hace una semana cuando nada había comenzado oficialmente. ¿Dudas? Quizás más de las deseadas, pero existen argumentos reales para confiar, para no hacer saltar la alarma. El Chelsea tiene equipo para hacer cosas interesantes.

Es una temporada exigente con la vuelta a la Champions League, con los siempre presentes torneos domésticos, pero cuando el equipo se adapte correctamente a la exigencia del calendario todo iniciará con otro sentido. Va a ser una temporada más complicada de lo deseado, o quizás más sorprendente de lo que muchos aficionados quisieran, pero no es el Apocalipsis, no es el fin del mundo. Todo sigue adelante, nada ha acabado. Es agosto. Queda todo por delante.

El Chelsea ha tenido la peor de las pruebas en un momento delicado en el que el físico no es el mismo que dentro de varios meses. No es lo mismo iniciar temporada, por ejemplo, contra el Southampton en casa que visitar Old Trafford contra todo un Manchester United. El único condicionante que ha podido provocar más de un temblor ha sido la rotundidad del marcador, la goleada. Pero tampoco se debe desvirtualizar la situación. El Chelsea firmó un primer tiempo serio. Cuando el físico no hizo acto de presencia como factor determinante los Blues tuvieron ocasiones de gol claras, con varios balones a los postes. Luego llegó el minuto loco en el que se pasó del 1-0 al 3-0. Un 1-0, por cierto, que llegó de penalti claro, pero tan claro que debe valorarse como un error propio y no tanto como acierto del rival. Ese penalti de Zouma fue demasiado claro y debe ser valorado como algo a corregir, que está en la mano de la plantilla.

Ha sido el inicio liguero más desconcertante. Uno ve al Chelsea en penúltima posición y, es cierto, se descoloca, pero la realidad no es la visible. Queda mucho, muchísimo, por delante. El equipo está en construcción físicamente. Es una temporada condicionada por una sanción que ya se ha cumplido en su 50% (la otra mitad será en enero). Muchos factores 'controlables' que deben matizarse poco a poco.

No. Que no cunda el pánico.