¿No se cansan de ladrar?

Pep Guardiola está haciendo historia con el Manchester City esta temporada. Por si había demostrado poco en esto del fútbol, sigue dejando claro que su filosofía, su forma de entender el fútbol y su capacidad para ser profeta de un discurso que, diez años después, sigue teniendo gente a favor o en contra.

A Guardiola se le quiere o se le destierra. Con él no parecen haber medias tintas. Aunque realmente, ¿hay algo que sí sobreviva entre dos tierras en la actualidad? O se ama, o se odia. O es blanco, o es negro. Día o noche. Y así, evidentemente, el que no apoyaba la idea futbolística de Pep hace años, tampoco lo hace ahora, porque (otra cosa incomprensible) eso de cambiar de punto de vista parece que está mal visto. Es mejor (parece ser) mantenerse en ideas fijas contextualizadas en épocas pasadas que estaban alejadas de lo ético.

Guardiola sigue haciendo historia. Es algo indudable. Objetivo. Casi incontestable. Sus cifras son autoritarias, casi perfectas, regulares. Su Manchester City suma 20 victorias seguidas y aspira a registrar cifras históricas en forma de nuevos récords que cada vez tiene más cerca. 

Pero sus detractores siguen teniendo argumentos para echar por tierra su fantástico trabajo, su maravillosa gestión. Y si no tienen dichos argumentos, se los inventan. Lo importante es negar la evidencia y hacer como que nadie se da cuenta. Es como cerrar los ojos y evitar ver las reacciones físicas de la gente a su alrededor. Saben que mienten, que no tienen razón, pero prefieren mantenerse, cerrar los ojos y hacer como si nada, intentando dejar pasar los minutos para autoconvencerse, engañarse y seguir adelante con un discurso digno de una secta.

En este caso, dos argumentos por encima del resto: sus rivales no están a la altura y el gran clásico, la inversión realizada por el Manchester City. Como diría Jack The Ripper, vayamos por partes.

Aseguran que los equipos a los que se enfrentan atraviesan un desierto que no les permite ofrecer sus respectivas mejores versiones. Da igual que en esta racha hayan ganado a equipos como Arsenal, Manchester United, Chelsea, Tottenham, Aston Villa o Everton. No importa, porque seguramente todos hayan tenido malas tardes. Todos a la vez. Todos, justamente, el día que se enfrentaban a este imperial Manchester City.

Y, además, intentan quitar mérito a una racha de 20 victorias seguidas, a una racha de 28 partidos sin perder. Incluso en un contexto deportivo de bajo nivel, hay que hacerlo, hay que conseguirlo. Intentar restar importancia a una racha tan imponente se asemeja muy mucho cuando se menosprecian goles de penalti, como si fuera fácil, sencillo, o se diera por hecho.

Luego, claro está, el tema dinero. Claro, cómo no va a ganar con todo el dinero invertido desde que llegó al Manchester City. Eso sólo en el contexto inglés, porque el mismo discurso ridículo se escuchaba cuando militaba en Barcelona o Múnich. La cuestión es quitar mérito. Recientemente, salía un estudio que ofrecía los clubes con más inversión millonaria desde 2016. Ninguno había conseguido ser campeón de Europa. Muchos son los megaproyectos repletos de estrellas que se han visto en la última década que acababan la temporada con su contador a cero en términos de títulos.

El dinero no lo es todo en el fútbol. Por suerte, existen todavía rincones en los que el dinero no es capaz de meter sus zarpas. Por ello, el discurso del dinero respecto a la figura de Pep Guardiola es tan permisivo como surrealista. 

Sí, claro que sí, claro que el técnico catalán ha tenido a su disposición enormes cantidades de dinero (de hecho, así lo confirmó el mismo tras la victoria ante el Borussia Monchengladbach en Champions League). Negar la evidencia nos convertiría en parte de esa masa negacionista (palabra muy de moda durante el último año, por cierto) y absurda. Sin embargo, precisamente ese argumento, el del dinero, era lo que se le recriminaba cuando acaba sin ganar la copa de Europa.

Es decir. Si no gana la Champions League a final de temporada: "Vaya fracasado. Con la de dinero que tiene su equipo y no lo consigue." En cambio, si consigue cosas positivas y registros espectaculares: "Claro, con la de dinero que tiene...". Y así años. Así casi una década. Así durante toda su carrera intentando contextualizar con excusas deportivas un odio que es político, cultural y social.

A Guardiola no se le analiza deportivamente. Es la pura realidad. Por ello, por eso, cada uno de sus triunfos, cada una de sus victorias, de sus logros, se echa por tierra, se intenta infravalorar, se intenta maquillar. 

Lo positivo de todo es que Pep Guardiola sigue cabalgando, sigue adelante batiendo marcas, batiendo a rivales incapaces de hacerles caer. A su alrededor, ladridos, análisis de marca blanca, incendios con productos químicos. Todo ello para menospreciar la figura del que muy seguramente pueda ser uno de los mejores entrenadores de la Historia.