¿De verdad es necesario?


Como cada Diciembre desde hace ya casi 15 años, un equipo es secuestrado de su competición doméstica para sacar músculo frente a conjuntos que difícilmente podrían lograr la permanencia en las categorías inferiores. La reciente hegemonía española en Europa ha hecho que sea La Liga la que, por Real Madrid o Barcelona, se quede huérfana de un club durante un fin de semana al año, pero no es sólo en España donde se sufre este “torneíto”: Alemania con el Bayern, Italia con Inter o Milan o Inglaterra con el Manchester United han sido los demás damnificados. Y esto son sólo los ejemplos honrosos, porque la derrota del Chelsea contra el Corinthians de Paulinho; la del Liverpool contra el Sao Paolo o la del propio Barcelona contra el Internacional brasileiro suponen unas manchas muy oscuras en la historia de estos equipos, quienes rozaron con los dedos un trofeo más que incorporar a sus vitrinas y acabaron hincando rodilla frente clubes de segunda o tercera categoría.


En ésta edición, el Madrid compartirá cuadro con los todopoderosos Grêmio brasileiro, Pachuca mexicano, Wydad Casablanca marroquí, Urawa Red Diamonds japonés, Auckland City neozelandés o Al-Jazira abudabí, que precisamente será el primer rival del conjunto blanco, llegando aquí tras vencer a neozelandeses y japoneses previamente. Para cuando salten al césped, ya sabrán quién es el rival que les esperará en la final, resultado que saldrá del Grêmio-Pachuca que tendrá lugar ésta misma tarde. Todo un choque de estilos.


Sin duda alguna, la única motivación del Madrid debe ser el vini, vidi, vinci y el hambre de Cristiano de meter 17 goles en cada partido, porque los rivales no pueden suponer motivación ninguna. El premio por ganar la UCL es un paseíto al país organizador, un par de partidos de exhibición y llevarte un trofeo en el avión. Y otra prima más del club. Y un reportaje fotográfico inundando nuestras televisiones viendo lo felices que son por levantar un torneo que podrían haber ganado con los suplentes. Pero son muescas en la culata. Es agrandar una leyenda. Es el colofón del famoso sextete culé. Es el trofeo que cuando lo juegas es una maravilla y, cuando no, se desprestigia hasta lo inefable. 


En resumidas cuentas, es enfrentar a hombres contra niños, darles la oportunidad a unos jugadores de jugar contra sus ídolos; algo que, por sus propios méritos, jamás podrían hacer en Europa. Una competición completamente creada a modo de patio de colegio, que jugadores de bajo nivel puedan decir que una vez se enfrentaron a las grandes estrellas de su deporte. Aunque les caigan 7.


Sin embargo, nadie habla de los problemas que genera. Del cansancio del viaje para toda una plantilla. Del partido que mueves de La Liga. De los problemas que le causas al rival, que se tiene que comer una semana de vacaciones y, de pronto, 3 partidos en una semana vete tú a saber cuándo. De los problemas de fechas que pueden tener lugar en año mundialista. Del desbarajuste de fechas.


Pero es publicidad. Es dinero. Es prensa. En un mundo que se mueve al son de los billetes, La Liga se frota las manos por tener a un equipo de los suyos peleando por un título internacional. Como si les invitasen a jugar un campeonato de futgolf. Seguiría siendo positivo.


Siéntense, acomódense y disfruten. Que vienen dos grandes partidos de fútbol del Real Madrid. O eso nos han dicho…


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