El último error cometido por la UEFA
La EURO 2020 ya es historia. Italia, tras vencer a Inglaterra en un torneo fantástico, se coronó a nivel continental. Tras un mes de fútbol que nos dejó maravillosos detalles, existe un apartado que ha sido muy cuestionado y que, además, ha tenido el respaldo de la propia UEFA, máximo organismo del fútbol europeo.
Hablemos del formato multisede. Esta Eurocopa ha tenido muchas sedes, varios países donde se han disputado sus partidos. Once, concretamente. Lo que se preveía como una novedad interesante ha acabado siendo uno de los (pocos) incendios creados y generados. Lo que se presentaba como un escenario poderoso para abrir el Viejo Continente ha acabado generando, parece ser, desigualdades que muchos afirman que han sido definitivas.
La organización de la EURO 2020 ha dejado una división del calendario con escenarios diferentes nunca antes visto. Sí habíamos vivido torneos con varias sedes, pero nunca alcanzando este volumen tan grande. Una diferencia, una novedad, que se presentó como algo atractivo pero que luego, en su funcionamiento, se ha traducido en una serie de desigualdades que han podido ser claves.
No se ha criticado la multisede, sino su organización, las consecuencias que ha tenido.
Para empezar, los kilómetros recorridos. No todas las selecciones han recorrido las mismas distancias para disputar los encuentros. Esto ya preveía una posible consecuencia física. No es lo mismo viajar a San Petersburgo que a Londres. No tiene el mismo desgaste viajar a Bakú que a Sevilla. Era obvio, pero una buena organización podría haber solventado ese apartado. Sin embargo, no, no ha ocurrido.
Luego se encuentra el tema de que había selecciones "anfitrionas". Las sedes estaban localizadas en países que iban a tener más apoyo social y popular. Por pura lógica, era más fácil para ingleses o españoles apoyar a sus selecciones si los encuentros se disputaban en Wembley o La Cartuja.
Había países que iban a jugar en su territorio nacional. Si al tema desplazamientos con posibles ventajas en términos físicos se le suman las medidas diferentes respecto a la pandemia que había en los países correspondientes acabó generando un escenario que "facilitaba" las cosas a unas y "perjudicaba" a otras.
Es pura lógica. ¿Por qué Hungría fue capaz de plantar tanta cara? No lo centremos al 100%, pero que sus encuentros permitieran a casi 60.000 personas en sus gradas (la gran mayoría locales) pudo ser clave. Los húngaros tuvieron a su favor algunos de los mejores ambientes que dejó el torneo.
No fue lo mismo jugar ante poco más de 5.600 personas (Croacia-República Checa) que ante más de 67.000 (Italia-Inglaterra). Las diferencias eran tan evidentes y lógicas como esperadas sus posibles consecuencias.
El formato multisede ha sido muy comentado por los aficionados. De hecho, fue una de las claves por las que Inglaterra se convirtió en foco de muchas críticas en la etapa de cruces a partir de la fase de grupos. Incluso la propia UEFA (mediante declaraciones de su presidente, Ceferin) ha admitido que quizás no haya sido una buena medida.
Personalmente, creo que presentar varios países no es malo, pero quizás sí lo visto en esta EURO 2020. Demasiados territorios, demasiados estadios y demasiadas distancias a recorrer.
Desarrollar torneos en países limítrofes, por ejemplo, sería mucho mejor. En ediciones pasadas como las disputadas en los años 2000, 2008 y 2012 quedó reflejado que no es una mala idea. Las distancias son mucho menores, todo queda más compacto, más organizado y, sobre todo, ofrece la sensación de estar mucho más controlado.